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sábado, 1 de diciembre de 2018

El año 508 y 538 d.C como fechas cruciales para los periodos profeticos, según la interpretación historicista.

En el último siglo, la transformación de la visión escatologica del protestantismo se ha visto directamente completada por la introducción de las nuevas formas de interpretación del preterismo, el futurismo y el dispensacionalismo, todas ellas nacidas naturalmente de mentes Cátolicas Romanas en cabeza del campeón y mayor defensor de la doctrina romana, la orden Jesuita.

Para el protestante actual, estos temas son desconocidos, o ignorados cuando de poner en tela de juicio la autoridad de sus lideres religiosos se trata, pues la ya conocida técnica de cautivar las mentes bajo la autoridad de "doctos y sabios" en la era de "las luces" y el "conocimiento" funciona sin que haya mayor resistencia. Logrando asi que haya muy pocos en sus filas que se atrevan a cuestionar estas interpretaciones o a inquirir mas alla de los prejuicios denominacionales, y los argumentos descontextualizados de quienes insisten en defender dichas posturas.

El historicimo fue abandonado por el grueso del protestantismo, una vez que el grupo mayoritario de Milleritas llevados por el fanatismo, la incapacidad de aceptar algun error e incluso su terca necesidad de tener la razón los llevo a colocar fecha tras fecha luego del momento amargo de 1844, los lideres religiosos que de entrada habian rechazado las interpretaciones profeticas de William Miller tomaron dichas demostraciones como pruebas irrefutables de que el historicismo como metodo de interpretacion profetico habia fallado miserablemente, abriendo las puertas para nuevas formas de interpretación, que desde Europa y Sudamerica venian volando prestamente para tomar el lugar de la vision historica y desviar la atención del poder Romano-Papal, para soñar con reyes griegos en el pasado remoto, o imaginar gobernantes ateos en el futuro lejano.

Dejando al nefasto poder Romano Catolico fuera de la lupa profetica, abriendo la puerta para que en el futuro es decir la actualidad los lideres protestantes anden abrazandose y perdonandose y firmando pactos con la Reina del eganño y la iniquidad: Roma.

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Actualmente los grandes "eruditos" de la fe protestante en su afán por separarse de lo que ellos ahora consideran equivocaciones y errores de interpretación (olvidando que los grandes padres de la fe protestante lo habian interpretado asi) y a la vez en su celo denominacional, queriendo "librar" a sus ovejas de los errores "sectarios destructivos", escriben extensos tratados y articulos negando, rebajando y aun descalificando los mismos hitos de la historia representados en la profecia biblica. Y hablamos en esta articulo sobre los periodos de tiempo predichos en el libro de Daniel capitulos 8 al 12, que apuntan hacia la misma profecia, el mismo periodo de tiempo, los mismos actores, desde diferentes perspectivas.

Compartimos un árticulo extenso, pero muy útil para aquellos amantes de la verdad, que no temen cuestionar ni preguntar y que siempre van buscando el conocimiento de la Salvación , tal cual fue escrito en los registros Biblicos para bendición y guía de aquellos valientes:

EN EL PROCESO DEL ESTABLECIMIENTO DE LA SUPREMACÍA PAPAL
Una de las características principales de la teología adventista es la interpretación historisista de las profecías de las Escrituras, fundamentada en el así llamado día-año de interpretación profética.1 Basado en la idea de que cada día profético representa un año literal, las 70 semanas de Daniel 9:24-27 deben ser vistas como 490 años; los 1260 días de Apoc. 11:3 y 12:6 (ver también Dan. 7:25; 12:7; Apoc. 11:2; 12:4; 13:5), como 1260 años; los 1290 días de Dan. 12:11, como 1290 años; los 1335 días de Dan. 12:12, como 1335 años; y las 2300 “tardes y mañanas” de Dan. 8:14 2, como 2300 años.
Tradicionalmente los adventistas del séptimo día apuntan al año 508 d.C. como el inicio de los 1290 y los 1335 años, y 30 años después, el año 538 d.C., como el inicio de los 1260 años 3. La principal fecha de referencia para esos cálculos ha sido el 1798 d.C. cuando el Papa Pío VI fue capturado y hecho prisionero en Francia, muriendo en el exilio.4 Restando los 1260 años de 1798, los intérpretes adventistas llegaron hasta el año 538. Sacando 1260 años de 1798, ellos llegaron al año 508. En cuanto que los 1290 y los 1260 años tuvieron su término en el mismo año 1798, los 1335 años son contados como terminando 45 años después, entre 1843 y 1844.
Aunque la fecha de 1798 esté bien establecida por el importante evento que fue la captura del Papa, el significado de 508 y 538 ha sido cuestionado por diversos intérpretes críticos que consideran esas fechas como destituidas de un sentido histórico más relevante.5 Pero, vistas dentro del amplio contexto del establecimiento de la supremacía papal, las fechas toman sentido como importantes expresiones de ese proceso.
Entre los estudios más relevantes de las fuentes históricas que sustentan esas fechas figuran los de Uríah Smith, titulado The Prophecies of Daniel and the Revelation (Las profecías de Daniel y Apocalipsis, 1844)6, la disertación de maestría de C. Mervyn Maxwell, bajo el título “An Exegetical and Historical Examination of the Beginning and Ending of the 1260 Days of Prophecy with Special Attention Given to A.D. 538 and 1798 as Initial and Terminal Dates” (Un análisis exegético e histórico del comienzo y final de los 1260 días de la profecía con especial atención dado a A.D. 538 y 1798 como fechas de inicio y terminación) (1951)7. Pero parece evidente que esas investigaciones podrían ser ampliadas, llevando a consideración una perspectiva histórica más amplia.
Ante eso, la presente investigación quiere proveer una contextualización histórica progresiva, que nos permita ver más claramente el grado de valides de las fechas de 508 y 538 en el contexto de la interpretación profética. Dada las limitaciones de tiempo y espacio, esta investigación se detiene apenas con los principales desenvolvimientos históricos relacionados con el asunto en discusión. La investigación bibliográfica se limitó básicamente a las fuentes disponibles en lengua inglesa. Estudios futuros deberían abordar también las fuentes existentes en otras lenguas, especialmente en latín, alemán, francés, etc.
El contexto histórico de 508 d.C.
Eventos históricos no pueden ser analizados con propiedad sin que se reconozcan los desenvolvimientos previos que los generan. Es evidente, por lo tanto, que ningún análisis crítico puede hacer uso de los años 508 y 538 d.C. sin que se lleve a consideración algunos pasos significativos, previos rumbo a la unión entre la Iglesia y el Estado, y el crecimiento de la autoridad temporal del Obispo de Roma. El contexto histórico del año 508 incluye importantes eventos como la conversión de Constantino, la publicación del libro de Agustín De Civitate Dei (la Ciudad de Dios) y la conversión de Clovis.
La conversión de Constantino
Analizando la historia de los primeros siglos de la iglesia cristiana, se percibe que la conversión del Emperador Constantino, en el año 312 d.C., no solo se tornó en un importante referencial en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, sino también generó un cambio radical en el status del cristianismo. Siendo perseguido en el pasado, el cristianismo consiguió cierta tolerancia a partir de año 311 por medio de un edicto imperial.8 Fue sino, el Edicto de Milán, promulgado en el 313 por los emperadores Constantino y Licinio, que concedió a los cristianos completa libertad de culto.9
Durante los años siguientes, bajo el liderazgo de Constantino, las propiedades eclesiásticas confiscadas fueron restauradas a la Iglesia, y el “Día del Sol” (domingo) fue impuesto “como un día de descanso y culto”. Además de eso, Constantino asumió “una posición de liderazgo teológico en el Concilio de Nicea, en el año 325, cuando arbitró la controversia ariana”.10
Después que Constantino trasladó la capital del Imperio de Roma a Constantinopla en el año 330, el liderazgo del Obispo de Roma terminó quedando como único “durante mucho tiempo”, y los romanos pasaron a aceptarlo como su legítimo “líder temporal y espiritual” en situaciones de crisis.11
A pesar de Constantino no haber resignado jamás su posición como Pontífex Máximus, principal sacerdote de la religión pagana estatal,12 sus decisiones eran “un gran punto crucial”13 en la historia del cristianismo. De acuerdo con Daniel Walther, “aunque antes del año 313 era difícil ser un cristiano, era difícil no ser un cristiano después de esa fecha”.14
El proceso de conceder privilegios a la Iglesia fue seguido por los emperadores subsiguientes. El título de Pontífex Máximus no fue más usado por el Emperador Graciano. En el año 380, Teodocio I promulgó “un edicto transformando al cristianismo la religión exclusiva del Estado”, y “cualquier persona que siguiese otra forma de culto sería penada por el Estado”. Por medio del Edicto de Constantinopla, en el año 392, los cultos paganos llegaron a ser ilegales. Por lo tanto, el cristianismo terminó transformándose finalmente en la religión del Estado, y comenzó a perseguir al paganismo de la misma forma como el paganismo los había perseguido antes.15
La Ciudad de Dios de Agustín
Al mismo tiempo que la Iglesia Romana se volvía cada vez más poderosa, el Imperio Romano enfrentaba una creciente flaqueza interna. Conciente de esa realidad, Alarico invadió Italia con los visigodos en el año 401. Como las autoridades romanas no tenían más condiciones de reclutar fuerzas militares suficientes para detener las invasiones de esos pueblos bárbaros, los visigodos saquearon Roma en el año 410. Que la “Roma Eterna”, amada por los dioses, pudiese ser tratada de esa forma podía ser interpretado por los paganos como consecuencia por el abandono de sus antiguos dioses, cuya adoración había sido considerada ilegal desde el año 392.16
En respuesta a esa acusación, Agustín escribió, entre los años 413 y 426, su famosa obra titulada De Civitate Dei (La Ciudad de Dios).17 A pesar de que el libro fuese escrito originalmente para solucionar un problema específico de la época, su influencia en la historia de la iglesia cristiana va mucho más allá de su tiempo. Thomas Merton enfatiza el hecho de que “la visión de San Agustín de la historia es la visión mantenida por la iglesia católica y por toda la tradición católica”.18
Los historiadores concuerdan que Carlos Magno “encontró en la ciudad de Dios, de San Agosthino, una inspiración para el imperio cristiano que él esperaba revivir en el mundo transformado de los siglos VII y IX”.19 R. W. Collins va más allá en declarar que “fue, sin duda, la Ciudad de Dios que proveyó la teoría del poder temporal del papado con sus pretensiones de dominio mundial”.20 L. P. Qualben explica que:
La “Ciudad de Dios” ejerció una profunda influencia sobre el cristianismo occidental. Ella formó el trasfondo religioso para la teoría del papado medieval. La curia romana de la edad media transformó realmente la Civitas Dei (Ciudad de Dios) en la Civitas Terrena (ciudad terrestre), representada por el imperio visible de la iglesia gobernado por el Obispo de Roma. La “Ciudad de Dios” acentuó también la fuerte distinción entre lo sagrado y lo secular, que todavía continúa ejerciendo tan grande influencia sobre la civilización occidental.21
La conversión de Clóvis
Las invasiones de las tribus bárbaras no trajeron solamente un problema político para el imperio romano, sino también muchas dificultades para las pretensiones del Obispo de Roma. Más allá de la tarea de convertir muchas tribus del paganismo, había también un problema de convertir los visigodos y los lombardos del área mismo para la ortodoxia cristiana.22
Pero un evento muy significativo ocurrió casi al final del siglo V. En 493 Clóvis I, rey de los francos, se casó con Clotilde, princesa católica de Borgoña.23 Permitiendo que sus hijos fuesen bautizados; él mismo incitaba a abjurar “la fe de sus ancestros”.24 Él vio también que la Iglesia Católica Romana se transformaría en “el gran poder eclesiástico del futuro” y se enfrentó con la cuestión básica: ¿Un gran poder político debía crecer en “alianza con ese otro poder o en oposición a él?”25
A semejanza de Constantino,26 Clóvis comenzó a percibir “la fuerza que él ganaría si aceptase el cristianismo”27 y, durante una batalla con los alamanes, él juró aceptar al Dios de Clotilde y convertirse en un cristiano si salía victorioso.28 Debido a su victoria él fue bautizado en el día de Navidad del 49629 “con 3000 de sus soldados por el Obispo Remigio de Reims”30 que pronunció en la ocasión las conocidas palabras: “Inclina tu cabeza en humildad, oh sicambriano; adora lo que habías quemado y quema lo que habías adorado”.31
De acuerdo con E. E. Cairns, “la aceptación del cristianismo por Clóvis tendría efectos duraderos en la historia futura de la Iglesia”.32 H. Rosenberg afirma que “la conversión de Clóvis lanzó los fundamentos para una importante alianza entre el papado y los francos”.33 Es evidente que “esto no significa que el Papa tuvo inmediatamente gran influencia sobre la política real”, pero el fundamento fue lanzado en aquella ocasión, pues “fueron apenas los francos que se convirtieron, de todas las tribus germánicas, un amplio poder en la historia general de la Edad Media.34
E. Emerton declara que:
El Papa quedó, por consiguiente, lleno de satisfacción al oír que el recién converso franco había asumido su forma de fe cristiana. Él estaba listo a bendecir cualquier emprendimiento de ellos como una obra de Dios, si apenas fuese en oposición a los paganos arianos. Así comenzó, en el año 500, un acuerdo entre el papado romano y el imperio franco que habría de madurar en una íntima alianza, de hacer mucho para forjar toda la historia futura de Europa.35
Para W. J. Courtenay, la conversión de Clóvis “transformó automáticamente las guerras de
Clóvis en guerras santas contra los herejes y los no creyentes”.36 Gwatkin y Whitney explican que los obispos de la Iglesia de Roma ejercieron la más poderosa influencia para apoyar a Clóvis en sus luchas con las tribus bárbaras paganas, y también contra aquellas que adherían la herejía ariana. Con tal apoyo sus guerras asumieron “el carácter de guerras religiosas – cruzadas, valiéndonos del término usado posteriormente”.37
El año 508 d.C.
En 507 Clóvis declaró guerra contra los visigodos. Él era el agresor, y para él “era una guerra religiosa, para libertar a Galia de los herejes arianos”. Él reunió sus tropas y les hizo un vigoroso discurso en el cual declaró: “Me entristece el hecho de que estos arianos dominen una parte de Galia. Marchemos, con la ayuda de Dios, y subyuguemos su país”.38
Sin duda, “el elemento religioso fue muy poderoso en esa guerra”,39 “de la cual dependía, humanamente hablando, la supremacía del credo católico o del ariano en Europa occidental”. 40 Después de su victoria, en el 508, Clóvis recibió honras especiales de Roma. De acuerdo con Auguste Dumas:
En el 508, en cuanto retornaba de aquella conquista, Clóvis vino a Tours, ofreciendo sus dádivas a San Martinho. Él vio una embajada viniendo de Constantinopla. “Él recibió, de acuerdo con Gregorio de Tours, del emperador Anastasio, el diploma de Cónsul. En la basílica de San Martinho él se vistió con una túnica púrpura, una corona, y colocó una diadema sobre su cabeza. Entonces montado en un caballo él regaló algunas piezas de oro y de plata a las personas reunidas en la calle. De aquella época en adelante, él era llamado cónsul y Augusto.” (Hist. Franc., ii, 38). 41
En realidad, Clóvis “aparece como uno de los grandes genios creativos que dan un nuevo rumbo al curso de la historia”.42 Él “fue el fundador de la primera monarquía bárbara que fue plenamente capaz de resistir victoriosamente a los últimos ataques de invasión y de permanecer por muchos siglos”,43 y que “se transformó en un soporte vigoroso del papado en la baja Edad Media”. 44
Victor Duruy enfatiza apropiadamente el importante papel desempeñado por Clóvis como un gran unificador. Él dice:
Clóvis fue el primero en unir todos los elementos de los cuales el nuevo orden social sería formado, a saber, los bárbaros, a los cuales él colocó en el poder; la civilización romana, a la cual él rindió homenaje al recibir la insignia de patriarca y cónsul de parte del Emperador Anastasio; y la Iglesia Católica, con la cual él estableció la fructífera alianza que fue continuada por sus sucesores. El Concilio de Órleans había sancionado esa alianza, reconociendo a Clóvis como el protector de la Iglesia, cuyas intenciones él confirmó en ese mismo concilio. El papa ya le había escrito: “El Señor previó las necesidades de la Iglesia por concederlo como defensor un príncipe armado con el casco de la salvación: seas siempre para ella una corona de hierro y ella te concederá la victoria sobre tus enemigos”.45
George B. Adams también enfatizó el hecho de que Clóvis:
Unió los romanos y los germanos en términos iguales, preservando cada uno de ellos la fuente de sus fuerzas, para formar una nueva civilización. Él fundó un poder político que habría de unir casi todo el continente, y dar fin al período de las invasiones. Él estableció una íntima alianza entre las dos grandes fuerzas controladoras del futuro – los imperios que continuarían la unidad establecida por Roma – el imperio político y eclesiástico. 46
El mismo autor explica el significado eclesiástico de esa alianza, en la siguiente declaración:
Es probable que el Imperio Franco podría haber sido formado sin esa alianza. Es posible también que una organización eclesiástica común podría haber sido creada para todas sus partes; pero habría sido imposible para tal iglesia realizar la obra – tan importante fuera de las fronteras francas como dentro de ellas – que la Iglesia Católica llevó a cabo.47
De lo que fue dicho hasta aquí, podemos concluir que (1) la conversión de Constantino fue el punto crucial que permitió que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano; (2) la Ciudad de Dios, de Agustín, proveyó el ideal filosófico que inspiró al papado a construir un poder temporal para conquistar el mundo; (3) la conversión de Clóvis I abrió las puertas para la unificación político-eclesiástico que era necesario para apoyar las pretensiones católico-romanas durante la Edad Media; y (4) la guerra de Clóvis y la victoria final sobre los visigodos arianos, en el año 508, representan un paso extremadamente importante en proveer un ejército efectivo para la Iglesia Católica Romana para castigar los así llamados “herejes”.
Por lo tanto, lo que ocurrió en el año 508 puede ser considerado uno de los pasos más significativos en el proceso de consolidación de las pretensiones temporales de la Iglesia Católica Romana, que tuvo su culminación en las fuertes persecuciones de la Edad Media.
El contexto histórico de 538 d.C.
Muchos eventos importantes ocurrieron en el largo proceso del fortalecimiento del papado. Teniendo en mente lo que fue dicho hasta aquí, pasaremos ahora a considerar más específicamente algunos de esos eventos ocurridos desde el inicio del siglo VI hasta el año 538. De especial relevancia fue la elección del Papa Simaco y el apodo del Emperador Justiniano I.
El Papa Simaco
En el período inicial de la iglesia cristiana, todos los obispos poseían casi la misma autoridad. Pero “entre los años 313 y 590, el obispo romano pasó a ser reconocido como el primero entre los iguales”. Con la ascensión de León I al trono episcopal, en el 440, el Obispo de Roma comenzó a reivindicar más explícitamente su supremacía sobre los demás obispos. Algunos de los obispos romanos de la segunda mitad del siglo V eran hombres poderosos, y “no dejaban pasar ninguna oportunidad que pudiese aumentar su poder”.48
Con el pasar del siglo V para el siglo VI, el Papa Simaco fue “acusado de muchos crímenes”, dentro de los cuales se destacaban el de “adulterio” y el de “disipar las propiedades de la iglesia”. Las acusaciones fueron llevadas al herético rey ariano Teodorico, que convocó, con el consentimiento del Papa, un sínodo en el 501 para tratar el asunto. A pesar de que algunas personas argumentaban “que el obispo romano no podía ser juzgado por cualquier otra persona, a menos que fuese acusado de crímenes como aquellos de los cuales Simaco era acusado”, el problema no fue solucionado inmediatamente. Pero finalmente los miembros de un sínodo realizado en el 503 “exigieron que los oponentes y los acusadores del Papa debían ser penados, y que le saludaran con altos gritos de alegría”. Teodorico, rey de los ostrogodos, que estuviera directamente involucrado en la solución del problema, “ordenó ahora que todas las iglesias en Roma fuesen entregadas a Simaco, y que solamente él fuese reconocido como obispo de esa ciudad”.49
A pesar de que esas discusiones trataban más específicamente de la integridad moral personal de Simaco en ocupar el trono papal, la cuestión básica de la autoridad papal también estaba involucrada: ¿Podría un Papa ser juzgado por un rey o por otros obispos?
En respuesta a esta cuestión, había por lo menos un “infame y extravagante adulador de Simaco”, llamado Enodio, que llegaba al punto de acelerar “que un pontífice romano era constituido juez en lugar de Dios, posición ocupada por él como el subgerente del Altísimo”.50
A pesar de que el propio Simaco admitiese obedecer “los poderes temporales cuando estos se limitan a la esfera de ellos”, él también era capaz de condenar al emperador por “apoyar la herejía”, enfatizando su propia superioridad sobre el gobernante:
¿Te imaginas que por ser un emperador, te está permitido despreciar las órdenes de Dios, y exaltarte contra el poder de San Pedro?… Compara la dignidad de los emperadores con la de un pontífice. Entre ellos existe tanta diferencia como entre un administrador de las cosas terrenales y el otro de las celestiales. Aunque seas un príncipe, tú recibes del pontífice el bautismo y los sacramentos y su pedido de penitencia. En resumen, en cuanto se te ha encargado solamente de cuestiones humanas, él te dispensa los bienes celestiales. La dignidad de él, por consiguiente, es por lo menos igual a la suya, para no decir superior a ella.51
El Emperador Justiniano
Justiniano I se convirtió en el 527 en el único emperador del segmento oriental del Imperio Romano, conocido como el Imperio Bizantino. Sus ideales políticos y eclesiásticos son bien definidos por Daniel D. McGarry en la siguiente declaración:
Él era inspirado por dos grandes proyectos: (1) restaurar el Imperio Romano alrededor del Mediterráneo Occidental, y (2) reestablecer la unidad de la iglesia cristiana. El primer blanco postulaba la reconquista del occidente del Mediterráneo; el segundo la erradicación de la herejía en Egipto y Siria.52
Justiniano no veía esos dos blancos como disociados uno de otros. En realidad, el reconocía que uniformidad en cuestiones seculares sólo podría ser bien sucedida con “la misma uniformidad en cuestiones de fe.” Por lo tanto, “Justiniano deseaba reunificar todas las ramificaciones de la iglesia cristiana y abolir todas las herejías”.53 De acuerdo con James Bryce:
No sólo se enorgullecía de su ortodoxia, como varios soberanos anteriores habían hecho, pero tenía también gran confianza en su propia capacidad como teólogo, y tomó parte activa en todas las controversias de la época. Siendo un estudiante inteligente y una persona de algunas pretensiones literarias, él leyó y escribió considerablemente sobre asuntos teológicos.54
Algunas decisiones eclesiásticas muy significativas fueron cambiadas por Justiniano.55
Como un “campeón de la ortodoxia”, él “prohibió impiadosamente tanto el paganismo como la herejía”.56 R.W. Collins explica que:
Los devotos de las divinidades paganas fueran privados de todos los derechos civiles; así ellos no podían ejercer oficios públicos, dejar como herencia sus propiedades o servir como testigo en un juramento. La pena de muerte fue decretada a todos los que secretamente practicasen un culto pagano o, una vez convertidos, retornasen a su antigua fe. Los hijos de padres paganos debían ser quitados de éstos, bautizados e instruidos en la religión cristiana. Todos los templos restantes eran convertidos en iglesias cristianas o destruidos. Como un soplo final contra el paganismo, la Academia de Atenas, el último refugio de la filosofía pagana fue cerrada (529), sus profesores fueron dispersados y sus donaciones confiscadas.57
Considerando “la unidad de la fe en un estado bien organizado, tan esencial como la unidad política”58, Justiniano realizó un trabajo incomparable como “codificador y consolidador de las leyes preexistentes”, y como legislador, preparando “nuevas leyes” que fueron incorporadas en su famosa Corpus Juris Civilis.59 Esa obra no incluye sólo leyes civiles, sino también leyes eclesiásticas por medio de las cuales la supremacía eclesiástica del papa fue oficialmente legalizada.60
En la segunda edición de su Codex, publicado el día 16 de noviembre de 534,61 aparece una carta escrita por Justiniano al Papa Juan II, en el 533,62 en la cual él reconoce al Papa como “la cabeza de todas las sagradas iglesias”. Justiniano inicia su carta con las siguientes palabras:
Justiniano, Victorioso, Pío, Feliz, Renovado, Triunfante, Siempre Augusto, a Juan, Patriarca, y el más santo arzobispo de la Justa Ciudad de Roma:
Con honra a la Sede Apostólica, y a Vuestra Santidad, que siempre ha sido recordada en nuestras oraciones, tanto ahora como anteriormente, y honrando vuestra alegría, como es apropiado en el caso de alguien que es considerado como un padre. Nosotros nos apresuramos en traer al conocimiento de Vuestra Santidad todo lo que esté relacionado con la condición de la Iglesia, a la vez que siempre tuvimos el mayor deseo de preservar la unidad de la Sede Apostólica, y la condición de la Santas Iglesias de Dios, como ellas existen en el tiempo presente, para que permanezcan sin disturbios u oposiciones. Por lo tanto nosotros nos empeñamos en unir todos los sacerdotes de oriente y sujetarlos a la sede de Vuestra Santidad, y en consecuencia de las cuestiones levantadas presentemente, en cuanto ellas sean evidentes y libres de cualquier duda, y de acuerdo con la doctrina de vuestra Sede Apostólica, son observadas constantemente con firmeza y predicadas por todos los sacerdotes. Todavía no consideramos necesario que ellas atraían la atención de Vuestra Santidad. Pues no permitimos que nada que diga respecto a la condición de la iglesia o que cause dificultades sea claro o libre de duda, sea discutido sin que sea traído al conocimiento de Vuestra Santidad, porque vos sois la cabeza de todas las Santas Iglesias, pues nosotros nos empeñaremos de todas las formas (como ya mencionáramos) para aumentar la honra y la autoridad de Vuestra Sede.63
Es importante notar también la forma como el Papa enfatizó su propia autoridad en una carta escrita a Justiniano:
Juan, obispo de la ciudad de Roma, a su más ilustre y Misericordioso Hijo Justiniano:
Entre las conspicuas razones para alabar a vuestra sabiduría y nobleza, el Más cristiano de los emperadores, es uno que irradia luz como una estrella, se encuentra el hecho de que por el amor del Padre, y movido por el celo, por la caridad, tú, instruido en disciplina eclesiástica, has mantenido la reverencia por la Sede de Roma, y tienes subyugados todas las cosas a tu autoridad, y le has dado unidad. El siguiente precepto fue comunicado a su fundador, esto es al primero de los Apóstoles, por boca del Señor, a saber: “Apacienta mis corderos”.
Esta Sede es, en realidad, la cabeza de todas las iglesias, como resguardada por los preceptos de los Padres y decretos de los emperadores, y testificado por las palabras de vuestra más venerable piedad.64
En el mismo año (533), Justiniano promulgó un edicto “contra todos los herejes”.65 También en 533, firmó un acuerdo de paz entre los persas y los romanos, y los laureados filósofos paganos, que se refugiaran entre los persas después que Justiniano hubo decretado el cierre de su escuela en Atenas (529), “desaparecieran gradualmente en las escuelas públicas y seminarios de erudición, que dejaran, con el pasar del tiempo, bajo su dirección”.66
Una de las mayores evidencias del interés de Justiniano en los asuntos de la Iglesia puede ser observado, “en los edificios que él construyó por todo el imperio”67 El mayor de ellos fue la Iglesia de la Hagia Sophia, o la Iglesia de la Sagrada Sabiduría, que fue designada para ser el símbolo visible del poder imperial”, y de la cual el emperador se consideraba así mismo el representante terrestre”.68 Construida en Constantinopla y dedicada en la Navidad del 537, ese edificio a sido considerado “el más magnífico monumento de arte bizantino de la época” y “el más importante edificio en la historia del arte cristiano”.69
El año 538 d.C
Como hemos visto anteriormente, muchos eventos importantes ocurrieron durante el período anterior al 538, preparando el camino para la supremacía papal de la Edad Media. A pesar de que Justiniano hubiese reconocido oficialmente en el 533 la primacía eclesiástica del papa, la Iglesia de Roma aún no tenían libertad política para ejercer su supremacía. Desde la permanencia del Imperio Romano (476), Roma estaba siempre bajo el dominio de un rey ariano. Los hérulos dominaron Roma hasta el tiempo que su rey Odoacro fue asesinado por Teodorico, en el 493.70 En el 534, los vándalos fueron completamente derrotados por Belisario y su ejército. Pero Roma todavía no había sido liberada del dominio de los ostrogodos. En realidad, Roma, de acuerdo con Hodgkin, fue sitiada por 374 días, durante el 537 y 538, por un gran cerco de los ostrogodos. El 12 de marzo de 538, “ los godos resolvieron abandonar su sitio a Roma.”71 Herwing Wolfram aclara que “el 21 de junio de 538, Belisario dejó Roma. Poco después, Narses, con 7000 hombres, desembarcó en Picenum, probablemente en el puerto de Firmum-Fermo. La superioridad numérica de los godos era ahora una cosa del pasado.”72
Por consiguiente, “en el 538 por primera vez desde el fin del linaje imperial occidental la ciudad de Roma estaba libre del dominio de un reino ariano”.73 Eso no significa que en aquella época el Imperio Ostrogodo sucumbió, “pero la sepultura de la monarquía ostrogoda en Italia fue cavada por la derrota de ese sitio”.74
También en el 538 fue realizado el tercer Sínodo de Orleáns,75 en el cual “los obispos reunidos declararon su intención de restablecer las antiguas Leyes de la Iglesia y aprobar nuevas leyes”.76 Entre los 33 canones, había uno (Canon 13) en el cual está dicho que “los cristianos no deben casarse con judíos, ni tampoco comer con ellos”;77 y otro (Canon 28) dice:
Es una superstición judaica la noción de que es ilegal cabalgar o dirigir en el domingo o hacer cualquier cosa para decorar la casa o la persona. Pero los trabajadores del campo son prohibidos de manera que el pueblo tenga condiciones de venir a la iglesia y adorar. Cualquiera que hiciera de otra manera será penado, no por los laicos sino por los obispos.78
El día 29 de junio de 538, el Papa Virgilio respondió una carta de Profuturo, obispo de Braga, en Lusitania, en la cual “condena a aquellos que se abstienen de ciertos tipos de carnes, alegando que son prohibidas, al menos en sí mismas, como si procediesen de un principio malo; que fue la doctrina de los maniqueos”.79
El acto de Virgilio hizo que fuera llevado a Constantinopla y mantenido por allá por siete años (547-554),80 por no haber obedecido la voluntad imperial, no significa que en aquella época no hubiese un poder eclesiástico para apoyar las ambiciones católico-romanas. El verdadero problema fue que Justiniano “que se enorgullecía de su conocimiento teológico y que tenía un amor apasionado por sutiles debates teológicos”, no estaba satisfecho solo en convocar concilios, sancionar o revocar sus decretos, formular confesiones de fe, y proferir vehementes anatemas; él estaba determinado aún a “dominar al Papa, como también a la Iglesia oriental”.81
De acuerdo con Bermont y Monod,
A medida que el obispo de Roma se estaba volviendo, el primado indisputable de Italia, y ejerciendo una función del liderazgo en la Iglesia universal, él comenzó a involucrarse en cuestiones temporales, no solamente en Roma sino también en el Imperio, como también entre los reinos bárbaros. Hasta el siglo VI todos los papas son declarados santos en las martirologías. Virgilio (537-555) fue el primero de una serie de papas que no adoptaron más ese título, que fue conferido parsimoniosamente desde aquel tiempo. De esa época en adelante, los papas, cada vez más involucrados en asuntos temporales, no pertenecían solamente a la Iglesia; ellos son hombres de Estado, y entonces gobernantes de Estado.82
Platt y Drummont declaran que “pocos emperadores de la Roma antigua tuvieron tanto poder como el Papa durante la Edad Media”.83
De lo que fue dicho sobre el contexto histórico del 538 d.C., podemos concluir que (1) a pesar del hecho de que Simaco tuvo que legalmente someterse algunas veces al herético rey ariano Teodorico, el no solamente se consideraba superior al gobernante secular, sino llegó a autodenominarse “juez en lugar de Dios” y “subgerente del Altísimo”;84 (2) Justiniano I no solamente llamó al Papa “la cabeza de todas las sagradas iglesias”,85 sino también legalizó oficialmente la supremacía oficial del Papa; y (3) fue solamente en el 538 que la ciudad de Roma se vio libre del dominio de cualquier reino ariano “herético”, y la Iglesia de Roma fue capaz de desarrollar más efectivamente su supremacía eclesiástica.
La siguiente declaración es muy significativa para obtener una clara idea de la relación entre el 533 y 538, como se mencionó anteriormente:
A pesar de que ese reconocimiento legal de la supremacía eclesiástica del Papa sea fechado el año 533, es obvio que el edicto imperial no puede hacerse efectivo para el Papa en cuanto el reino ariano de los ostrogodos controlaba Roma y gran parte de Italia. Fue solamente después que el dominio de los godos había sido quebrado que el papado tuvo libertad para desarrollar plenamente su poder. En el 538, por primera vez desde el linaje imperial occidental, la ciudad de Roma estaba libre de un reino ariano. En aquel año el reino de los ostrogodos recibió su golpe mortal (a pesar de que los ostrogodos sobrevivieron algunos años más como un pueblo). Esta es la razón porque el 538 es una fecha más significativa de que el 533.86
Resumen y conclusiones
Un análisis de la historia del cristianismo revela que varios pasos importantes ocurrieran entre los siglos IV y VI en el proceso por el cual la Iglesia Romana se volvió cada vez más influyente en cuestiones seculares. Ese proceso culminó en la unión entre la Iglesia y el Estado.
En el tiempo de Constantino el cristianismo obtuvo libertad de culto, tomándose una de las religiones oficiales del Estado. Los emperadores subsiguientes avanzaron más y más en la dirección de transformar el cristianismo en la religión exclusiva del Estado. Después del saqueo de Roma por los visigodos en el 410, Agustín escribió su famosa obra la Ciudad de Dios, en la cual el expuso “el ideal católico de una iglesia universal en el control de un estado universal”, proveyendo “la base teocrática para el papado medieval”.87 La conversión de Clóvis, rey de los francos, fue un evento muy significativo en proveer la unificación de la Europa Occidental para apoyar al papado durante la primera mitad de la Edad Media. Y la guerra de Clóvis contra los visigodos arianos y su victoria sobre ellos en el 508 representa un paso importante en proveer un ejército efectivo para la Iglesia Católica Romana penar a los “herejes”.
A pesar del hecho de que el Papa Simaco había sido fuertemente acusado y de tener que someterse al juicio del herético rey ariano Teodorico, él se consideraba superior al gobernante secular y fue llamado hasta ser “juez en lugar de Dios” y “subgerente del Altísimo”.88 Ya en el año 533, Justiniano, emperador del Imperio Bizantino, reconoció la supremacía eclesiástica del Papa cuando lo llamó “cabeza de todas las sagradas Iglesias”,89 y, en el año siguiente (534), ese status fue legalizado oficialmente en la segunda edición del Codex. Pero fue solamente en el año 538 que la ciudad de Roma terminó siendo libertada del dominio de un “herético” reino ariano, y la Iglesia Romana fue capaz de desarrollar más efectivamente su supremacía eclesiástica.
Podemos concluir, con base en las discusiones anteriores, que si tomamos los eventos ocurridos en el 508 y 538 aisladamente, sin llevar a consideración su respectivos contextos históricos, podemos ser tentados a negar la validez de elegir esas fechas como puntos de partidas para los períodos proféticos de los 1290 y 1335 años, y para los 1260 años. Pero si consideramos los años del 508 y 538 la luz de sus respectivos antecedentes históricos, percibiremos que no existe razón para negar la importancia histórica de tales fechas en el largo proceso del establecimiento de la autoridad temporal del obispo de Roma.
Alberto R. Timm, Ph. D.
Profesor de Teología Histórica de Inasp – Cmpus Engenheiro Coelho
Director del Centro de Investigación Centro Elena de White – Brasil