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jueves, 22 de octubre de 2015

El Romanismo en el interior


El Romanismo Interior – Por Ty Gibson

El Romanismo Interior – Por Ty GibsonEl nuevo papa, el Sr. Jorge Mario Bergoglio, ha causado una gran agitación recientemente. Tan así, de hecho, que un amigo que es un ardiente protestante me dijo el otro día: “Wow, este nuevo papa parece ser un buen tipo y está diciendo algunas cosas buenas. Quizás él está en el lado de Dios”

“Si”, le respondí, “él está diciendo algunas cosas bastante buenas ¿no es así? Sin embargo, está el pequeño problema de creer que él ocupa el lugar de Dios en la tierra, y esa pequeña cosa acerca de creer que no hay salvación fuera de la Iglesia Católica, y ese insignificante asunto de creer que él habla con infalibilidad, y ese punto menor acerca de Dios quemando a las personas para siempre en el infierno, incluyendo a todos los bebés que murieron sin un bautismo católico, y la modesta idea de que tú puedes pagar dinero a la iglesia para hacer que la gente pase menos tiempo en el purgatorio. Además de esas cosas, si, él está diciendo algunas cosas muy lindas”.

Por supuesto, el Protestantismo fue formado como una protesta contra el Catolicismo y el “Papado”, una palabra que se refiere a la posición de autoridad absoluta mantenida por el papa. La reciente postura del Papa Francisco exige una reexaminación de la protesta lanzada por Lutero y los reformados antes y después de Él, lo cual puedes esperar como una próxima serie de blogs de Light Bearers.

Pero primero quiero volver nuestra atención del papado sin echar un vistazo al papado desde adentro –dentro de nosotros mismos y dentro de nuestra amada iglesia. Mientras nos provee una ilusión muy convincente de justificación personal al apuntar hacia fuera de nosotros mismos y ubicar el peligro como si existiera exclusivamente allá fuera, no es seguro en absoluta hacer eso. Nuestro peligro más grande yace en asumir que el Romanismo es simplemente esa gran institución religiosa-política con su sede en la ciudad del Vaticano.

¡Pero no lo es!
Primero que todo, el Romanismo es la religión de la naturaleza humana –la naturaleza humana en general, la tuya y la mía incluida. El mismo gran protestante, Martín Lutero, perspicazmente observó: “Le tengo más temor a mi propio corazón que al papa y todos sus corazones. Tengo dentro mío al gran papa: el Egoísmo” El papado es simplemente una manifestación corporal de la inclinación humana universal de exaltar el yo antes que a Dios, de justificarse a uno mismo, antes que descansar en la gracia justificadora de Dios, y en controlar a nuestros pares seres humanos mediante tácticas coercitivas emocionales en vez de garantizar la libertad de consciencia.

Donde sea que el espíritu de dominación es empleado, ya sea por un marido o esposa en un matrimonio, o por un líder en una iglesia o asociación local, allí el principio que alimenta al papado es ejercido.

Donde sea que se le enseñe a las personas a esperar el favor de Dios a cambio de algo que pueden hacer –legalismo ya sea en su forma liberal o conservadora- allí acecha la falsa imagen de Dios que define la doctrina papal.

Donde sea que miembros de iglesia busquen resolver diferencias mediante pronunciamientos autoritarios en vez de mediante debate bíblico respetuoso y racional, está manifestado el espíritu que motiva el Romanismo.

Siguiendo las huellas de Roma

Elena de White entendía que “tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos. Los impedimentos para el vigor y el éxito provienen mucho más de la iglesia misma que del mundo.” (Eventos de los Últimos Días, p. 194). Sin importar que es lo que el Papado esté haciendo, la pregunta más crucial es: ¿Qué estamos haciendo en nuestros tratos diarios con los demás en nuestros hogares, iglesias y asociaciones?

Ella escribió las palabras de arriba en 1887. Un año más tarde, el miedo que ella expresó se materializó en el Congreso de la Asociación General de Minneapolis de 1888, el cual fue un evento muy significativo en la historia adventista.

Un poco de contexto histórico no está de más.

En los días previos a 1888 “muchos [adventistas] habían perdido de vista a Jesús. Necesitaban dirigir sus ojos a su divina persona, a sus méritos, a su amor inalterable por la familia humana” (Testimonios a los Ministros, p. 91). El contenido general y el tenor de la predicación adventista fue tal que la iglesia se había ganado la reputación de que “los adventistas del séptimo día hablan mucho de la ley, pero no predican a Cristo, ni creen en él” (Ibíd., p. 92).

Para remediar la situación, Dios envió a dos jóvenes para elevar a Jesús ante los líderes de la iglesia. Muchos de mis lectores adventistas están familiarizados con el hecho de que en 1888 A. T. Jones y E. J. Waggoner, bajo la dirección divina, predicaron las buenas nuevas de la justificación por la fe a los líderes de la iglesia en el Congreso de la Asociación General de ese ahora famoso año. También estamos conscientes generalmente que el mensaje fue rechazado por líderes claves, incluyendo el presidente de la Asociación General, G. I. Butler, y el editor de la Review and Herald, Urías Smith. Lo que la mayoría de nosotros seguramente no sabe, es porque muchos líderes de la iglesia encontraron el mensaje de la justificación por la fe tan desagradable. En la siguiente carta a los líderes de iglesias adventistas y pastores en 1895, Elena de White llegó hasta el centro de todo este asunto oscuro:

“El espíritu de dominio se extiende a los presidentes de nuestras asociaciones. Si un hombre confía en sus propias facultades y trata de ejercer dominio sobre sus hermanos, creyendo que está investido de autoridad para hacer de su voluntad el poder dominante, el procedimiento mejor y el único seguro consiste en quitarle el puesto para que no se haga un gran daño y él mismo pierda su propia alma y ponga en peligro el alma de otros. “Todos vosotros sois hermanos”. Esta disposición a dominar sobre la heredad de Dios causará una reacción a menos que estos hombres cambien su conducta. Los que ocupan puestos de autoridad deben manifestar el espíritu de Cristo. Deben tratar como él lo haría con cada caso que requiera atención. Deben estar imbuidos del Espíritu Santo. El cargo no engrandece a un hombre ni en una jota o una tilde a la vista de Dios; sólo valora el carácter.

La bondad, la misericordia y el amor de Dios, fueron proclamados por Cristo a Moisés. Este era el carácter de Dios. Cuando los hombres que profesan servir a Dios ignoran el carácter paternal del Señor y se apartan del honor y la justicia al tratar con sus semejantes, Satanás se alegra, porque él les inspiró sus atributos. Están en las mismas huellas del romanismo.

Aquellos a quienes se pide que revelen los atributos del carácter del Padre, se salen de la plataforma bíblica y con su propio juicio humano inventan reglas y resoluciones para forzar la voluntad de otros. Los proyectos para forzar a los hombres a seguir las prescripciones de otros hombres están instituyendo un orden de cosas que pasa por alto la simpatía y la tierna compasión y ciega los ojos a la misericordia, la justicia y el amor de Dios. La influencia moral y la responsabilidad personal son pisoteadas.

La justicia de Cristo por la fe ha sido ignorada por algunos porque es contraria a su espíritu y a toda la experiencia de su vida. Mandar, regir ha sido su procedimiento. Satanás ha tenido la oportunidad de manifestarse. Cuando alguien que profesa ser representante de Cristo persiste en tratar duramente a los hombres colocándolos en lugares difíciles, quienes resultan así oprimidos, o bien quebrantarán toda cadena de opresión, o serán inducidos a considerar a Dios como un señor duro. Albergan sentimientos duros contra Dios, y el alma es enajenada de él tal como Satanás planeó que ocurriera.” (Testimonios para los Ministros, pp. 362-363; énfasis añadido)

Aquí hay algunos puntos que vale la pena enfatizar: 

-Los líderes de la iglesia que manifestaban un “espíritu de dominio” debían ser removidos de sus posiciones.
-El puesto de un hombre (pastor, presidente de asociación, e incluso presidente de la Asociación General) no lo hace más grande a la vista de Dios que los demás miembros de la iglesia. Solo el carácter es de valor para Dios.
-Los líderes de la iglesia que “inventan reglas y resoluciones para forzar la voluntad de otros… están en las mismas huellas del romanismo”. Las actitudes y tácticas con los cuales los seres humanos lidian con sus prójimos cuando están en puestos de autoridad revelan si ellos están bajo la influencia liberadora del evangelio de Cristo o bajo la influencia opresiva de los principios papales.
-Cuando los seres humanos, especialmente aquellos en puestos de liderazgo en la iglesia de Dios intentan gobernar sobre sus prójimos, Satanás se representa a sí mismo y el carácter de Dios es tergiversado.
-Y por último, después del congreso de la Asociación General de 1888, el mensaje de la justificación por la fe estuvo siendo ignorado por algunos líderes de la iglesia debido a que era contrario al espíritu de “mandar, regir”. La justificación por la fe es incongruente con un espíritu que gobernaría sobre otros, y veremos porque es así a continuación.

Podemos tener menos para decir acerca de Roma

Un año más tarde, en 1896, Elena de White hizo una atrevida declaración para que los adventistas procesen, dada nuestra tendencia a enfocarnos en el papado como nuestro peligro más grande.

“Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descritos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados.” (Testimonios para los Ministros, p. 112)

Por favor, no pasen por alto lo que ella estaba diciendo aquí. Es crucial. Ella estaba discerniendo y sugiriendo que un estudio profundo de la palabra de Dios, especialmente las profecías de Daniel y Apocalipsis, llevarían a los adventistas a enfocar menos su atención en el papado en particular y más en el peligro existente en el agente humano en general. Esta declaración está en consonancia con las anteriores, lo cual llama nuestra atención al hecho de que vemos en el papado un espíritu de dominio y auto-exaltación al cual todos nosotros somos susceptibles y que es tan probable que se manifieste en nuestra iglesia como en cualquier otro lado.

Y esto es precisamente lo que encontramos cuando estudiamos la palabra de Dios más profundamente, especialmente las profecías de Daniel y el Apocalipsis. Descubrimos que “el hombre de pecado (el papado)… que se opone y se exalta a sí mismos sobre todo lo que se llama Dios” (2 Tesalonicenses 2:3-4), es simplemente una manifestación institucional o corporal de la inclinación que reside en todos los corazones humanos a jugar a ser Dios y usurpar su rol en nuestro trato con nuestros semejantes con actitudes de superioridad y tácticas de presión, dominación y control.

Siete años más tarde, en 1903, ella explicó más claramente lo que estaba intentando decir en sus declaraciones de 1895 y 1896:

“El estudiante ha de aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Tiene que adquirir el conocimiento de su gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo de la gran controversia y de la obra de la redención. Necesita comprender la naturaleza de los principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran culminación. Deber verificar cómo interviene este conflicto en todos los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso todo acto de su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se va a encontrar.” (La Educación, p. 190)

Esta es una síntesis tan asombrosamente perspicaz de lo que realmente está pasando en la historia humana tal como está revelada en la profecía bíblica. El gran conflicto no es simplemente una batalla superficial entre dos religiones corporativas contrarias, sino entre dos “principios que luchan por la supremacía” en cada vida individual, en cada hogar, y en cada iglesia. Esos dos principios opuestos son el amor y el egoísmo, la humildad y el orgullo, la libertad y la coerción, la demostración de respeto y la concesión de libertad versus la inclinación a presionar, manipular, dominar y controlar a otros. Si, hay instituciones políticas y religiosos que operan mediante el principio de dominación y de los que necesitamos estar alertas de los peligros que representan estos poderes monolíticos. Pero volviendo al tema, cada uno de nosotros es susceptible de hacer lo mismo al crear un pequeño reino papal propio: en nuestros hogares, en nuestras iglesias, en nuestras asociaciones, en la manera que tratamos a las personas, especialmente cuando ocupamos puestos de liderazgo sobre ellos. Cada uno de nosotros en “todo acto de su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos”.

Así que ese es el contexto de la provocativa declaración de Elena de White que “podemos tener menos que decir acerca del papado. Por supuesto, y con razón, ella continuó llamando la atención a la amenaza a la libertad religiosa representada por el papado, y también deberíamos hacerlo nosotros. Pero ella nos llevó a considera sobriamente el peligro más personal y profundo que existe en nuestro propio corazón y el cual podría manifestarse en nuestra propia iglesia que profesa el protestantismo.

Pablo explica que “las intenciones de la carne llevan a la enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). Más tarde, en Romanos 13:10, él nos informa que la ley de Dios es amor, significando “enfocándonos en los demás”. Aquí Pablo nos ha dado una gran visión de lo que está pasando en la naturaleza humana: nosotros estamos fundamentalmente opuestos al amor, radicalmente en desacuerdo con ser segundos ante alguien. Por naturaleza, el egoísmo es nuestro motivo supremo. Así que cuando nuestro yo está amenazado, el impulso natural es sacrificar a otros para nuestra auto-preservación. Este es el secreto oscuro y satánico que acecha en cada uno de nuestros corazones.

Así que cuando los seres humanos, guiados por sus instintivo carnales, crean una religión y se asocian para practicar esa religión, naturalmente tomará la forma de un sistema que exalta el yo humano al lugar de Dios (papado) y ofrece salvación humana mediante rituales y prácticas de auto-justificación (salvación por obras). Y eso es lo que el papado es. Es la oscura pieza maestra de auto-exaltación y auto-justificación de nuestro mundo caído, enmascarada como la iglesia de Dios. Nosotros podemos ver, por lo tanto, que los principios papales penetran la naturaleza humana y son propensos a introducirse a cualquier iglesia a menos que sea específicamente identificada y repelida por una doctrina bien definida de justificación por la fe.








El Mensaje del Tercer Ángel en verdad
Ahora empezamos a entender lo que Elena de White quería decir cuando ella dijo que “la justificación por la fe… es el mensaje del tercer ángel en verdad” (Eventos de los Últimos Días, p. 171). Muchos de nosotros miran esta declaración y no la entienden. Es un misterio para nosotros porque no se alinea con nuestro marco teológico básico, y nuestro enfoque evangelístico. El mensaje del tercer ángel (ver Apocalipsis 14:9-12), razonamos, es una advertencia contra el papado que está imponiendo la marca de la bestia. ¿Cómo se obtiene la justificación por la fe de eso? Nosotros incluso hemos formado el trágico hábito evangelístico de presentar la “marca de la bestia” literalmente sin ninguna mención de la justificación por la fe, y después vivimos bajo la orgullosa ilusión de que hemos predicado el mensaje del tercer ángel. Pero aclaremos esto: predicar acerca de la marca de la bestia sin comunicar nada acerca de la justificación por la fe como el asunto vital en su núcleo, es ninguna manera se equipara a predicar el mensaje del tercer ángel. Simplemente identificar el papado como “la bestia” y la imposición del domingo como “la marca de la bestia”, no es el mensaje del tercer ángel. De hecho, al hacerlo, nosotros engañamos a nuestros oyentes y les provocamos el daño espiritual de confirmar sus inclinaciones naturales al identificar el peligro exterior en ese gran, incorrecto sistema de la bestia antes que en sus propios corazones. En vez de volverse inmersos en la gracia salvadora de Dios y desconfiados del yo, nuestra supuesta predicación del mensaje de los tres ángeles simplemente les da a las personas una falsa confianza en el yo y los hace desconfiar de los demás.
Por lo tanto, ¿En qué sentido la justificación por la fe constituye el “el mensaje del tercer ángel en verdad”?
Separémoslo en cinco simples puntos sacados directamente de Apocalipsis 13 y 14:
  1. La bestia que sale del mar de Apocalipsis 13 es el sistema papal, para estar seguros, pero es el sistema papal como –no pasen esto por alto- la expresión organizada y corporal del principio del yo-como-centro que reside debajo de la superficie de la naturaleza humana caída en general. En otras palabras, el principio del yo-como-centro es la religión de la naturaleza humana, y el Catolicismo es simplemente la manifestación más grande e históricamente más dominante en el mundo de ese impulso religioso caído. De acuerdo a Daniel 7 y Apocalipsis 13, las características prominentes del sistema papal son estas: (a) un sistema de mérito de justificación/salvación mediante obras humanas ofrecido a Dios a cambio de su favor y (b) el uso de tácticas coercitivas en el nombre de Cristo. Donde sea que estos dos factores estén presentes, allí gobierna el espíritu del papado.
  1. La bestia terrestre, llegando a la escena hacia el fin del reino terror de 1260 años del papado, no es otra que la Norteamérica Protestante con su documento gobernante único, su Constitución, el cual declara como ley dos verdades vitales del evangelio: (a) que todos los seres humanos son creados iguales, desafiando así el derecho de los hombres, ya sea el papa o reyes de gobernar a sus semejantes; y (b) que todos los seres humanos son creados inherentemente libres, garantizando así la libertad de consciencia como el único estado de existencia en el cual la verdadera adoración a Dios puede ocurrir.
  1. Apocalipsis 13, luego, nos informa que el experimento norteamericano con la libertad será eventualmente derribado. La Norteamérica Protestante (la bestia terrestre) sancionará leyes para violar las libertades de consciencia (haciendo una imagen a la bestia que sale del mar) y convirtiéndose así en el motor político facilitador que traerá sobre el mundo una crisis del carácter y la consciencia individual. Énfasis: una crisis del carácter y la consciencia individual. Se presionará a la humanidad (controles sobre compras y ventas y más tarde un decreto de muerte) que provocará que cada persona sobre la tierra represente su imagen de Dios y manifieste el espíritu que los mueve. Durante esta crisis final, cada persona sobre la tierra se moverá en una de estas dos direcciones: (a) sacrificar el yo por la preservación de la libertad de los demás o (b) alinearse con la recientemente reconstituida máquina de coerción del papado en un esfuerzo de auto-preservación a costa de los demás. El verdadero contenido de cada corazón se revelará bajo las presiones que supone la crisis de la marca de la bestia.
El pueblo que permanecerá fieles a Dios contra el sistema de la bestia es descrito muy específicamente como aquellos que vencen “por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (Apocalipsis 12:11) y como “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” (Apocalipsis 14:12). Dicho de otra manera, su imagen de Dios está fundamentada en el amor abnegado revelado por Cristo en el Calvario, produciendo en ellos una armonía con la ley de Dios motivada por la fe, también conocida como justificación por la fe. Por lo tanto, el paisaje interior de su teología acerca de Dios y su experiencia con Dios los lleva a entregar sus vidas si es necesario para preservar la libertad de consciencia para todos. Para ellos, el yo es secundario ante los demás, porque así es el amor que ellos han visto y recibido en Cristo.
  1. Por lo tanto, lo que Elena de White estaba tratando de decir cuando brillantemente declaró que “la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel en verdad” es que la marca de la bestia vendrá sobre el mundo como una imposición religiosa que viola la libertad, con el yo como centro, fundamentada en las obras, y basada en un falsa imagen del carácter de Dios, mientras que la teología y la experiencia de aquellos que se levantan en resistencia contra la marca de la bestia lo harán precisamente porque ellos saben que el favor de Dios no se puede ganar y que su ley no es coercible. En otras palabras, ellos entienden que la coerción mata el amor y que la justificación por la fe está intrínsecamente enlazada con la libertad de consciencia.


Por esto es que Elena de White instó que la justificación por la fe sea predicada con poder y claridad dentro del Adventismo, y también en todo el mundo. Es el único mensaje que puede preparar a los seres humanos para la crisis de la marca de la bestia. Todos aquellos cuya imagen de Dios está basada en la coerción y cuya experiencia espiritual está orientada hacia la salvación por obras, les parecerá natural moverse mediante los instintos de auto-preservación cuando la marca de la bestia sea impuesta.

Por esto es que ella también advirtió tan fuertemente contra cualquier ejercicio de la dominación por parte de los líderes de la iglesia. La inclinación a controlar a otros es el principio central del sistema papal. Aquellos que actúan mediante este principio están siguiendo las huellas de Roma y de esa manera se preparan a sí mismos, y a aquellos que lideran, para abandonar a los demás para salvar el yo cuando la marca de la bestia sea impuesta.

Así que mientras incontables alarmas protestantes están siendo sonando para advertirnos de tener cuidado de lo que el papa y el papado están planeando, pienso que es apropiado emitir una advertencia para tener cuidado de lo que tu y yo somos propensos a hacer, a menos que intencionalmente busquemos mediante la gracia de Dios tratarnos con gracia y respeto y sin coerción entre nosotros, especialmente cuando no estamos de acuerdo, y sobre todo especialmente cuando estamos ocupando puestos de liderazgo e influencia. Así que mientras estamos alertas por el Romanismo exterior, también estemos alertas por el Romanismo interior.






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