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lunes, 25 de abril de 2016

Daniel 6 - En la Boca de los leones

En el año 538 antes de Cristo, Darío el Medo tomó el reino de Babilonia. Dan. 5:31. La historia nos cuenta que Darío murió dos años más tarde y Ciro el Persa se hizo cargo del reino.
  • Como sabemos, Daniel trabajó durante décadas en funciones administrativas de los reinos de Babilonia y de Medo-Persia. Con seguridad podría haber escrito muchas historias y experiencias interesantes de aquel tiempo. Pero Daniel se limita a contar unas cuantas pocas historias en su libro relacionados a algún suceso que pueda inspirar en nosotros la fe, la esperanza y el valor.
Cuando Darío llegó al reino, después de someter conjuntamente con los persas a Babilonia, tuvo la tarea de organizar el imperio recién ampliado. Era todo un reto. El puso sobre las 120 provincias, 120 sátrapas. Sátrapa significa “protector del reino”. Y sobre ellos puso 3 gobernadores, de los cuales Daniel era el más importante. El rey Darío pensó inclusive “en ponerlo sobre todo el reino” Dan. 6:1-3.
  • Gracias a las conquistas de Cambises y Darío Hispases, el Imperio Medo-Persa se expandió más tarde a 127 provincias. Ester 1:1.
Los sátrapas tenían la tarea de recaudar los impuestos de sus respectivas provincias y enviarlas a la corte real. En sus provincias ellos tenían un poder casi ilimitado y gobernaban como “reyes vasallos”. En aquellas épocas era común que el rey ponga en esas posiciones de influencia política y administrativa a parientes escogidos o cercanos amigos, etc.
¿Cómo es que Daniel, que ya tenía aprox. 90 años de edad, llegó a ser el principal de los tres gobernadores?
Darío conoció a Daniel en la transición del gobierno babilónico al de Medo-Persia, y se enteró de su integridad, fidelidad, conducta perfecta, sabiduría extraordinaria, acompañadas de décadas de experiencia y conocimiento de los archivos reales y asuntos legales en la corte de Babilonia. Se dio cuenta que podía confiar plenamente en él como su mano derecha.
Esto despertó la envidia y los celos en los sátrapas y demás gobernadores. Ellos estaban indignados y se sentían humillados que un hebreo, que no era medo ni persa, tuviera autoridad sobre ellos. Además su fidelidad e integridad eran para ellos una molestia. Con seguridad Daniel fiscalizaba minuciosamente la recolección de los impuestos, estorbando sus negocios turbios y corruptos.
El decreto de Darío“Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.” Dan. 6:4, 5.
Así que aquellos políticos envidiosos y de turno buscaron un pretexto y tramaron un complot contra Daniel para hacerlo caer, en relación a su fe.
“Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.” Dan. 6:6, 7.
El texto original describe que ellos entraron y se presentaron en forma tumultuosa ante el rey, en una conmoción estruendosa, como si se tratara de un asunto urgente. Además mintieron al rey aseverando estar todos de acuerdo. Lo cual era totalmente falso pues Daniel, el gobernador principal, no estaba enterado y nunca hubiese estado de acuerdo con semejante propuesta pecaminosa. Pero ellos presentaron su solicitud con mucha convicción como algo que exigía atención inmediata.

La adoración del rey

Los dirigentes hicieron una propuesta que halagó a Darío, ocultando su maligno designio contra Daniel y encubriendo sus verdaderos propósitos.
Darío vio el lado práctico de esa ley temporal. Pues para los habitantes de Babilonia él era un extranjero recién llegado. Al imponer y exigirles su adoración hicieran que los babilónicos confiesen su lealtad hacia él, como nuevo rey, y hacia el nuevo régimen Medo-Persa.
  • Se repitió una escena parecida a la que vimos en Daniel capítulo tres, cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia exigió la adoración de su estatua dorada a todos sus funcionarios políticos por ley, para asegurar su lealtad hacia él y su versión profética.
Foso de los LeonesLa verdadera intención tras la ley era tender una trampa a Daniel que oraba tres veces al día según su costumbre al Dios verdadero, Creador de los cielos y de la tierra. Dan. 6:10. Sus adversarios deseaban arrojarlo al foso de los leones para asesinarlo. Esos dirigentes malvados actuaron como verdaderos “hijos del diablo.”
“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.”1 Pedro 5:8, 9.
El decreto de Darío no era ningún problema para los babilónicos pues ellos estaban acostumbrados a venerar y adorar a una gran diversidad de dioses, divinidades, estatuas y hombres. Para ellos no era ninguna contradicción, abandonar a sus dioses por un mes, y adorar temporalmente a su nuevo rey.
¡Los judíos fueron los únicos que no pudieron admitir una orden así! Pues ellos creían en el verdadero Dios, Creador de los cielos y de la tierra, que había dicho en su primer mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Éx. 20:3.
La voluntad del rey Darío era incuestionable. Ya que era considerado un dios, no pudo cambiar lo decretado pues era considerado en ese sentido infalible. Pues un dios no se puede equivocar.
“Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.” Dan. 6:8, 9.
  • En el libro de Ester encontramos una venganza similar contra el pueblo de Dios. “Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado.” Ester 8:8. También en ese momento histórico de Medo-Persia, se intentó eliminar el pueblo de Dios provocando un genocidio. Pero también en esa ocasión el intento diabólico falló, pues Dios vino en rescate de sus hijos.
Desafortunadamente Darío firmó el edicto sin pensar en las consecuencias. Al firmar el decreto, selló la sentencia de muerte de Daniel, su servidor más preciado.
  • Igual como en la época de Ester, el rey Asuero de los Medo-Persas que reinó sobre el Imperio extendido a 127 provincias, firmó un edicto contra los judíos siendo manipulado maliciosamente por funcionarios políticos de su entorno inmediato (su mano derecha Amán). Sin siquiera saberlo firmó el edicto sentenciando a Ester, su propia esposa amada, a la muerte, pues ignoraba que era hebrea. Ester 3:8.
 Ambas historias que ocurrieron durante el reinado de los Medo-Persas, revelan los actos maquinados con maestría diabólica contra al único pueblo que guardaba los mandamientos de Dios. La intención del diablo fue siempre extinguirlos.
 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” Dan. 6:10.
Daniel no desbarató la conspiración. El simplemente confió en Dios, quien lo había bendecido y protegido a lo largo de su vida. Pudo haber huido pero no abandonó la capital. Pudo haber orado en secreto, cerrando las ventanas de su cámara, pero no lo hizo. Simplemente siguió orando 3 veces al día como siempre lo había hecho. Su actitud no era un desafío sino su costumbre santa.
La trampa funcionó. Los enemigos espiaron y observaron a Daniel orar como siempre.
“Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?” Prov. 27:4.
Daniel sí pudo mantenerse en pie frente a sus enemigos, porque era inocente. Igual que en el tiempo del fin, antes de la venida de Cristo, cuando la gran Babilonia mística se establezca habrá fieles hijos de Dios que estarán de pie frente a la adversidad peligrosa. Vea Ap. 6:17; 13:4.

Daniel orando“Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.  Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.” Dan. 6:11-13.

Los malignos se presentaron ante el rey denunciando a Daniel a quien ellos ya consideraban un hombre muerto. Ya no había el saludo típico: “!Rey Darío, para siempre vive!” del versículo 6.
Además menospreciaron a Daniel diciendo “que es de los hijos de los cautivos de Judá” dando a entender que es un esclavo que el rey puso sobre ellos. Luego lo acusaron de no respetar al rey al desobedecerle, pues ora tres veces al día a Dios. Dieron a entender que Daniel es un traidor. Estos hombres eran espías que controlaban a las personas. Eso siempre ocurre cuando un gobierno emite leyes religiosas. Eso despierta el fanatismo religioso que se manifiesta en una especie de inquisición persecutora en contra de aquellos que siguen su conciencia libremente. Medo-Persia se había convertido en un reino del terror y de persecución. En un estado policíaco donde ya no había libertad religiosa.
  • La historia se repite. Algo parecido había ocurrido décadas antes durante la dedicación de la estatua del rey Nabucodonosor de Babilonia cuando los acusadores dijeron con celo inquisitivo. “Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.” Dan. 3:12.
El rey Darío finalmente se dio cuenta de la trampa y del complot contra Daniel. Pues la ley que le hicieron emitir ¡no era de aprecio al rey sino de desprecio a Daniel! ¡No se trataba de honrar al rey sino de destruir al profeta Daniel!
“Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.” Dan. 6:14.
El rey Darío dedicó el resto del día con el intento de salvar a Daniel. Con seguridad hizo esfuerzos personales para inducir a los conspiradores a la indulgencia. Seguro que presentó todos los argumentos posibles para abrogar la ley. Pero todo fue en vano. Los enemigos de Daniel estaban firmemente decididos a hacer cumplir la ley y echar a Daniel al foso de los leones.
“Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.” Dan. 6:15.
Los políticos acorralaron al rey mostrando la legalidad de su acusación. Ellos deseaban una ejecución inmediata. Entre la espada y la pared, el rey tuvo que cumplir con la ley.

En el foso de los leones

Con tristeza e impotencia, el rey ordenó que se eche a Daniel al foso de los leones. Pero en sus últimas palabras hacia Daniel había una expresión de confianza y esperanza en la liberación de su Dios.
“Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.”Dan. 6:16.
  • Con seguridad Daniel le había contado acerca de la liberación milagrosa de sus tres amigos del horno de fuego décadas atrás. Y ahora Darío se recordó de aquel milagro.
Daniel en el foso de los leones “Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase.” Dan. 6:17.
El foso fue asegurado triplemente. Primero con una piedra, luego con el sello del rey y finalmente con los anillos de los príncipes. ¡Los enemigos de Daniel quisieron estar absolutamente seguros que el anciano muera y que no haya opción de fuga!
Una situación parecida iba a ocurrir siglos después cuando hubo otro complot asesino para matar al Mesías. También a él pusieron en una tumba, colocando delante de ella una gran piedra, sellándola con el sello romano y poniendo soldados romanos como guardianes delante de ella. Mateo 27:60, 66. Pero los seguros humanos no le detuvieron. Pues ¡Jesús resucitó y salió triunfante del sepulcro y de la muerte! Y una liberación parecida estaba por suceder con su “siervo amado” Daniel. Dan. 9:23.
“Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño.” Dan. 6:18.

El rey Darío pasó una noche miserable en vela y ayuno. Las diferentes traducciones bíblicas lo traducen así: Sin instrumentos de música, sin música, sin mesas, sin comida, sin muchachas, concubinas o mujeres, sin diversiones, entretenimiento, entretenedores o distracciones habituales.
“El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” Dan. 6:19, 20.
Daniel es salvado de los leonesSu pregunta nos recuerda las palabras del rey Nabucodonosor de Babilonia hacia los tres jóvenes y valientes hijos de Dios frente al horno de fuego cuando preguntó: “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” Dan. 3:15. Pero la pregunta de Nabucodonosor en aquella ocasión era soberbia y ofensiva. De todos modos ambos reyes de ambos Imperios recibieron finalmente la misma respuesta.
“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.” Dan. 6:22.

En la respuesta de Daniel no hay ninguna animosidad hacia Darío. Más bien mucho respeto al decir: “Oh rey, vive para siempre” Daniel no albergaba ningún rencor. ¡Él sabía que Darío no era el causante ni el culpable de su persecución!

“Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.” Dan. 6:23.
Con seguridad la noticia de su salvación milagrosa y completa integridad física se esparció rápidamente. Todos reconocieron la salvación divina, igual que cuando los tres muchachos salieron del horno de fuego. “Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían” Dan. 3:27. ¡Era un gran testimonio!
  • El secreto de su milagrosa liberación era la continua oración y el hecho que caminó siempre con Dios como lo expresa el rey Darío en repetidas ocasiones: “el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves”. Dan. 6:16, 20.

Los acusadores fueron echados al foso de los leones

“Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.” Dan. 6:24.
Nadie pudo negar el milagro de la salvación de Daniel argumentando que los leones no tenían hambre, o que quizás se habían saciado de comida justamente antes que Daniel fuera lanzado al foso de los leones y por eso no lo devoraron. Pues cuando los acusadores fueron echados en el foso de los leones “aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.” Dan. 6:24.

Las palabras de los Proverbios se cumplieron:

“Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado… El justo es librado de la tribulación; Mas el impío entra en lugar suyo… El que cava foso caerá en él; Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.” Prov. 5:22; 11:8; 26:27.

Parece un castigo exagerado. Pero hay que analizar varios detalles. En primer lugar hay que recordar que fue Darío (un rey pagano) quien decretó esta sentencia dura; quien acaba de ser mentido, engañado y manipulado por sus funcionarios maliciosos para ejecutar a su colaborador más valioso.
  • Estos funcionarios merecían este castigo igual que el rey Belsasar de Babilonia mereció su castigo, pues se decidió por la maldad “sabiendo todo esto”. Dan. 5:22. De la misma manera estos malvados sátrapas y gobernadores estaban totalmente conscientes de la inocencia de Daniel. Aún así tramaron la trampa y el complot para su ejecución.
¿Pero por qué se ejecutó también a sus familias?
Una razón pudo haber sido para protegerse de futuras venganzas. Pero otra razón encontramos en el relato parecido que ocurrió también durante un gobierno Medo-Persa cuando bajo el rey Asuero, su funcionario malvado Amán buscó la muerte del hebreo Mardoqueo y la eliminación de todo el pueblo israelita. “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.” Ester 3:8.

Y su esposa Zeres y sus amigos le apoyaron en su complot malvado. “Y le dijo Zeres su mujer y todos sus amigos: Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete. Y agradó esto a los ojos de Amán, e hizo preparar la horca.” Ester 5:14.

Con seguridad los sátrapas y gobernadores hablaron en sus casas del complot contra Daniel como lo había hecho Amán. El contexto nos hace asumir que las esposas y los hijos tuvieron parte en la culpa, pues al apoyar el plan e inclusive animarlo posiblemente, o al menos al no evitarlo se hicieron parte y cómplices del asesinato del inocente profeta Daniel.

Es por eso que hay que tener mucho cuidado en lo que decimos. Jesús dice: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Mat. 12:36, 37.
  • ¡El ser humano necesita amar la verdad para ser salvo! Vea 2 Tes. 2:10.

El testimonio del rey Darío

¡Darío, el rey de Medo-Persia reconoce al verdadero Dios! Igual como antes de él el rey Nabucodonosor de Babilonia lo había hecho. Vea Dan. 2:47; 3:28, 29; 4:36, 37. Y tal como Nabucodonosor había hecho conocer su testimonio a todas las naciones a su alcance, lo hace Darío igual. Dan. 4:1-3.

“Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.” Dan. 6:25-28.
  • Hablando de los grandes hombres de la fe, haciendo alusión a la experiencia de Daniel, Pablo escribe lo siguiente: “Taparon bocas de leones”. Hebreos 11:32-34.

Daniel es un ejemplo para nosotros

  • El servía a Dios con constancia; continuamente. Dan. 6:16, 20.
  • El era fiel y no hubo falta ni vicio en el. Dan. 6:14.
Daniel pudo haber evitado la persecución orando en secreto. Pues Dios también escucha las oraciones que hacemos en secreto. Salmos 19:14.

Pero esa actitud hubiese equivalido a una transgresión. Pues todos conocían su costumbre de oración. Si la hubiese interrumpido, o si hubiese orado con las ventanas cerradas en oculto, la conclusión hubiese sido que Daniel teme a los hombres por encima de Dios.
  • De la misma manera, los tres muchachos hebreos hubiesen podido decidir arrodillarse frente a la estatua de oro para salvar sus vidas frente al horno de fuego, pero “orar al Dios verdadero”. Pero también esto hubiese sido una transgresión. Pues hubiesen hecho creer a todos los presentes que ellos también aceptaron la adoración de la estatua dorada. Vea Dan. 3.
Daniel creyó en las palabras del salmista que dice “El Señor está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” Sal. 118:6. Daniel era un hijo de Dios que realmente vivía según los principios del Señor:

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” Mat. 5:44.

Y nosotros debemos tomarle como ejemplo y hacer lo mismo.

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