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domingo, 4 de mayo de 2025

Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días ¿Pueden considerarse sus enseñanzas Cristianas?

I. Introducción

¿Es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días una iglesia cristiana? Esta es una pregunta profundamente relevante en una época donde el pluralismo religioso, el ecumenismo superficial y la redefinición de conceptos fundamentales han erosionado la capacidad del público general para evaluar con rigor doctrinas que se presentan bajo una fachada cristiana. El presente documento tiene como propósito ofrecer una respuesta apologética, bíblica, teológica y lógica a esa pregunta, contrastando las doctrinas fundamentales de la IJSUD con el cristianismo histórico y bíblico.

1. La importancia de definir términos correctamente

Uno de los errores más comunes en los debates religiosos modernos es el uso ambiguo de términos como "cristiano", "Dios", "Jesucristo", "salvación" y "gracia". Este fenómeno se llama equivocación semántica: dos interlocutores usan la misma palabra, pero con significados distintos. Por ejemplo:
  • Cuando un evangélico dice "Jesús es el Hijo de Dios", está afirmando su divinidad eterna, consustancial con el Padre.
  • Cuando un mormón dice lo mismo, se refiere a un ser espiritual creado, hermano de Lucifer, que llegó a ser Dios.
Esta ambigüedad impide una evaluación honesta. Por eso, el primer paso en toda investigación seria es definir claramente qué significa ser cristiano.

2. ¿Qué es el cristianismo bíblico e histórico?

Desde los tiempos apostólicos, el cristianismo se ha definido por ciertos pilares doctrinales que fueron reconocidos universalmente por la iglesia fiel:

Monoteísmo trinitario: Un solo Dios en tres Personas eternas, consustanciales e inseparables.

Cristología elevada: Jesucristo como Dios encarnado, no creado, eterno y soberano.

Soteriología basada en la gracia: La salvación como don gratuito de Dios por medio de la fe, no de obras.

Autoridad de las Escrituras: La Biblia como Palabra inspirada, suficiente e inerrante.

Una visión realista del pecado: El ser humano, como caído, incapaz de salvarse por sí mismo.

Estos principios fueron sostenidos por los apóstoles, reafirmados en los primeros concilios ecuménicos (Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia) y defendidos por la Reforma Protestante.

3. ¿Por qué es necesario este análisis?

La IJSUD se presenta como una restauración del cristianismo verdadero, argumentando que todas las iglesias anteriores han apostatado y que solo mediante las revelaciones a Joseph Smith se ha restaurado la verdad. Este tipo de afirmación requiere una evaluación crítica rigurosa, ya que:
  • Afecta directamente la fe de millones de personas.
  • Usa símbolos y lenguaje cristianos para propagar enseñanzas radicalmente distintas.
  • Puede inducir al error doctrinal a cristianos mal instruidos.
Además, la apelación mormona a la experiencia espiritual subjetiva como base de autoridad ("sentí en mi corazón que era verdadero") no puede sustituir el análisis objetivo, racional y bíblico. Dios no nos ha dado solo emociones; nos ha dado también razón y Escritura.

4. Metodología del documento

Este estudio se desarrollará en secciones temáticas, cada una de las cuales:
  1. Presentará la doctrina mormona con citas oficiales.
  2. La comparará con la enseñanza bíblica.
  3. Ofrecerá análisis teológico y lógico.
  4. Concluirá si es compatible o no con el cristianismo.
El objetivo no es caricaturizar al mormonismo ni atacar a sus miembros, sino discernir si su sistema doctrinal puede legítimamente llamarse cristiano.

"Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21).

Este será el espíritu del presente trabajo: amor por la verdad, claridad sin compromisos y caridad sin ambigüedad.

II. Las fuentes de autoridad en el mormonismo

1. El canon de escrituras mormonas

La IJSUD acepta cuatro textos como escritura sagrada:
  • La Biblia (Reina-Valera o KJV), “en tanto esté traducida correctamente”.
  • El Libro de Mormón, que se presenta como otro testamento de Jesucristo.
  • Doctrina y Convenios, una colección de revelaciones modernas dadas a Joseph Smith y a otros líderes mormones.
  • La Perla de Gran Precio, que incluye textos como el Libro de Abraham y escritos de Moisés reinterpretados por Smith.
“Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios.” — Octavo Artículo de Fe, IJSUD

Esta afirmación relativiza la Biblia y da autoridad normativa a los textos modernos, abriendo la puerta a doctrinas ajenas a la fe apostólica. En la práctica, la Biblia queda subordinada al Libro de Mormón y a las declaraciones del profeta viviente.

2. El profeta viviente: fuente de revelación continua

La IJSUD enseña que Dios continúa revelando nuevas doctrinas a través del "profeta actual" (hoy, el presidente de la Iglesia). Estas revelaciones pueden modificar, anular o expandir doctrinas previas.

“El Señor no permitirá que el profeta conduzca a la Iglesia por caminos equivocados.” — Manual de la IJSUD

Esta doctrina niega el principio bíblico de la suficiencia y clausura del canon bíblico (cf. Judas 1:3; Hebreos 1:1–2; Apocalipsis 22:18–19), y coloca a la Iglesia bajo una autoridad subjetiva y mutable.

3. Consecuencias de un canon abierto

Un canon abierto permite introducir doctrinas que:
  1. Contradicen las enseñanzas apostólicas.
  2. Evolucionan según el contexto cultural (como ocurrió con la poligamia, el sacerdocio para afrodescendientes, etc.).
  3. Subordinan la verdad revelada a la conveniencia institucional.
Esto niega el principio de la sola Scriptura, por el cual toda doctrina debe ser juzgada a la luz de la Palabra revelada.

“A la ley y al testimonio. Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” — Isaías 8:20

4. Evaluación apologética

La autoridad en el mormonismo no reside en la Escritura, sino en la institución. Su marco doctrinal permite alteraciones constantes según la revelación moderna. Esto contrasta radicalmente con el cristianismo histórico, cuya autoridad descansa en la revelación ya dada y completa en Cristo y en las Escrituras.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia...” — 2 Timoteo 3:16–17

En consecuencia, la IJSUD no puede ser reconocida como cristiana en sentido bíblico mientras coloque la autoridad profética moderna por encima del testimonio apostólico inspirado.

III. Doctrina de Dios Padre en el mormonismo

1. ¿Quién es Dios según la IJSUD?

En la teología mormona, Dios Padre es un ser de carne y hueso que fue una vez un hombre mortal como nosotros y llegó a ser Dios mediante un proceso de obediencia y exaltación. Joseph Smith lo expresó de esta manera:

“Dios mismo fue una vez como nosotros; es un hombre exaltado y se sienta entronizado en los cielos... Aprended a ser dioses ustedes mismos como lo hicieron todos los dioses antes que ustedes.” — King Follett Discourse, History of the Church, vol. 6, p. 305–306

Esta afirmación no es marginal ni simbólica: forma parte esencial de la doctrina de la exaltación y del destino final del hombre en el mormonismo. Según esta visión, hay múltiples dioses, cada uno gobernando su propio mundo, y el Dios que adoramos es simplemente uno más en esta cadena infinita de seres exaltados.

2. El Padre tiene cuerpo físico

La afirmación doctrinal de que Dios Padre posee un cuerpo tangible es uno de los elementos más distintivos del mormonismo. Esta idea aparece claramente en Doctrina y Convenios 130:22:

“El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos tangible como el del hombre.”

Este enunciado niega directamente la enseñanza bíblica de que Dios es espíritu (Juan 4:24) y que no hay comparación posible con lo creado (Isaías 40:18). La concepción mormona acerca del Padre lo rebaja de la categoría de Ser Infinito, Eterno e Inmutable a la de una criatura perfeccionada, más parecida a las deidades antropomórficas del paganismo que al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

Comparación con el gnosticismo y la idea del demiurgo

La idea de un dios con cuerpo físico que no es eterno en esencia, y que a su vez depende de otros dioses anteriores, tiene sorprendentes paralelismos con el pensamiento gnóstico y la figura del demiurgo.

En el gnosticismo:
  • El Demiurgo era el dios inferior, creador del mundo material.
  • Este dios era finito, falible, y no era el Ser Supremo.
  • Por encima del demiurgo existía una cadena jerárquica de eones o deidades más elevadas.
En el mormonismo:
  • Dios Padre fue un hombre que progresó hasta llegar a ser Dios.
  • Existe una cadena infinita de dioses mayores que él.
  • El mundo material no es resultado de un Dios eterno trascendente, sino de un ser que aprendió a crear.
Ambas visiones comparten:
  • La negación de la unicidad del Dios absoluto.
  • Una visión evolutiva y jerárquica de la divinidad.
  • Un dualismo implícito entre lo espiritual y lo material, que en el caso mormón se invierte: lo material se exalta como divino.
Esto coloca al mormonismo más cerca del esoterismo y el gnosticismo antiguo, que del monoteísmo hebreo-cristiano. En ambos sistemas, la salvación es vista como un proceso de ascensión o iluminación para llegar a ser como los dioses, lo cual encaja también con las propuestas de la Nueva Era.

Así, la teología mormona de un Dios con cuerpo humano no sólo contradice la Biblia, sino que hereda estructuras filosóficas y místicas ajenas al cristianismo revelado.

“El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos tangible como el del hombre.” — Doctrina y Convenios 130:22

Esto niega directamente la enseñanza bíblica de que Dios es espíritu (Juan 4:24) y que no hay comparación posible con lo creado (Isaías 40:18). La concepción mormona acerca del Padre lo rebaja de la categoría de Ser Infinito, Eterno e Inmutable a la de una criatura perfeccionada, más parecida a Zeus que al Dios bíblico.

3. Contraste bíblico: el Dios único, eterno y trascendente

Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia sostiene la unicidad, eternidad, espiritualidad e inmutabilidad de Dios:
  • Isaías 43:10 – “Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.”
  • Salmo 90:2 – “Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.”
  • Malaquías 3:6 – “Porque yo Jehová no cambio.”
  • Juan 4:24 – “Dios es Espíritu.”
No hay ningún indicio en las Escrituras de que Dios haya sido una vez un hombre o que haya llegado a ser Dios como resultado de méritos. Al contrario, su ser eterno e inmutable es precisamente lo que lo hace digno de adoración.

4. Implicaciones lógicas y teológicas

a) Politeísmo disfrazado

Aunque los mormones afirman adorar a un solo Dios, reconocen la existencia de muchos otros dioses. Esto es funcionalmente politeísmo, no monoteísmo.

“Muchos hombres dicen que hay un Dios; los gentiles y los santos profesan creer en dos o tres. Yo digo que hay dioses en número infinito...” — Joseph Smith, History of the Church, vol. 6, p. 474

b) La degradación del carácter divino

Un Dios que una vez fue hombre, que tiene cuerpo, que tuvo que aprender a ser Dios, no es eternamente perfecto. Esto contradice la definición teológica de Dios como “el Ser más grande que puede ser concebido”, fundamento de la teología cristiana desde Agustín hasta Anselmo.

c) Rechazo de la trascendencia divina

La concepción mormona borra la diferencia ontológica entre Creador y criatura, una distinción esencial en el cristianismo. Si Dios fue una vez como nosotros, y nosotros podemos llegar a ser como Él en esencia, entonces Dios ya no es único, ni soberano, ni el origen absoluto de todo lo que existe.

5. Ejemplo ilustrativo: el problema del “Dios de otro Dios”

Si Dios Padre fue una vez un hombre y tuvo su propio Dios, se plantea el dilema lógico de regresión infinita:

¿Quién fue el Dios del Dios del Dios?
¿Cómo comenzó la cadena?
¿Quién es el ser absoluto y necesario en esta cosmología?

La teología mormona no tiene una respuesta coherente a estas preguntas, lo cual socava su viabilidad racional como cosmovisión teísta.

6. Evaluación apologética

La doctrina mormona sobre Dios Padre contradice de forma directa e irremediable el monoteísmo bíblico. No se trata de una diferencia menor o de interpretación secundaria, sino de la misma esencia de quién es Dios.

Además, esta visión presenta inquietantes paralelos con la doctrina luciferina. En las Escrituras, Satanás no se presenta simplemente como un opositor externo de Dios, sino como un ser creado que aspira a ocupar el lugar de Dios mediante su propia exaltación:

“Tú decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono... subiré sobre las alturas de las nubes, y seré semejante al Altísimo.” — Isaías 14:13–14

Este deseo de ascender y ser "como Dios" sin la voluntad de someterse al Creador es la esencia del luciferianismo: la exaltación del yo, la autosuficiencia espiritual, y la negación de la trascendencia absoluta de Dios. En otras palabras, no es Dios quien salva por gracia, sino el hombre quien se perfecciona a sí mismo hasta llegar a ser Dios.

El mormonismo enseña una versión religiosa de este mismo impulso:
  • Dios fue un hombre como nosotros.
  • Nosotros podemos llegar a ser como Él.
  • La exaltación se logra mediante obediencia al sistema mormón y a sus rituales.
En esta teología, la criatura ocupa el lugar del Creador, no por gracia, sino por mérito progresivo. Esto no es otra cosa que una forma religiosa de autoexaltación que repite la oferta de la serpiente en Edén:

“Seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.” — Génesis 3:5

En contraste, el Dios bíblico es completamente otro, trascendente, eterno, y no se convierte en Dios: Él es Dios desde la eternidad (Salmo 90:2). Los hombres no se convierten en dioses, sino que son redimidos, transformados, glorificados por su gracia, para reflejar su carácter, no para compartir su esencia.

Por tanto, el dios del mormonismo no es el Dios de la Biblia, sino una proyección de la antigua rebelión luciferina, camuflada bajo un ropaje religioso y moralista.

Un sistema que enseña que Dios fue una vez un hombre, que tiene cuerpo, que no es el único Ser divino, y que el hombre puede llegar a ser como Él en esencia y función, no puede ser considerado cristiano.

“Yo soy el primero y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” — Isaías 44:6

Esta afirmación excluye no sólo otros dioses, sino también la posibilidad de que el hombre se convierta en uno. El cristianismo comienza y termina con la confesión de un Dios único, eterno, espiritual, santo, soberano e inmutable. Todo lo demás es una distorsión peligrosa de Su gloria.

La doctrina mormona sobre Dios Padre contradice de forma directa e irremediable el monoteísmo bíblico. No se trata de una diferencia menor o de interpretación secundaria, sino de la misma esencia de quién es Dios.

Un sistema que enseña que Dios fue una vez un hombre, que tiene cuerpo, que no es el único Ser divino, y que el hombre puede llegar a ser como Él en esencia y función, no puede ser considerado cristiano.

“Yo soy el primero y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” — Isaías 44:6

Esta afirmación excluye no sólo otros dioses, sino también la posibilidad de que el hombre se convierta en uno. El cristianismo comienza y termina con la confesión de un Dios único, eterno, espiritual, santo, soberano e inmutable. Todo lo demás es una distorsión peligrosa de Su gloria.

IV. Doctrina de Jesucristo en el mormonismo y el cristianismo bíblico

1. Presentación general de la cristología mormona

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días afirma creer en Jesucristo como el Hijo de Dios, como su nombre lo indica. Sin embargo, el contenido doctrinal de esa afirmación es radicalmente diferente al de la cristología bíblica e histórica. Para la IJSUD, Jesucristo es literalmente el primer hijo espiritual engendrado por Dios Padre y su esposa celestial en el mundo preexistente. De acuerdo con las enseñanzas oficiales:

"Jesucristo fue el primer espíritu creado por nuestro Padre Celestial y, por tanto, es nuestro hermano mayor.” — Gospel Principles, capítulo 2

En otras palabras, Cristo es un ser creado, aunque excelso y divino en autoridad. Esta visión contradice de forma directa la doctrina cristiana histórica del Logos eterno, consustancial con el Padre, no creado y participante en la creación.

2. La preexistencia: ¿hermano de Lucifer?

Otra consecuencia de la doctrina mormona sobre Cristo es que Jesús y Lucifer son considerados hermanos espirituales:

El hermano de Jesús, Lucifer, propuso su propio plan de salvación.” — Mormon Doctrine, Bruce R. McConkie, p. 193

Este punto ha sido muy controvertido, pero está firmemente basado en las creencias mormonas sobre la preexistencia. Todos los humanos fueron concebidos espiritualmente en el cielo, incluyendo Jesús y Lucifer. Esto implica una naturaleza común entre Cristo y las criaturas, algo que la cristología ortodoxa rechaza de plano. Jesús no es un ser entre otros, sino el único Hijo eterno de Dios, no creado, sino engendrado en sentido eterno (Juan 1:1-3, Hebreos 1:1–4).

3. El nacimiento físico de Jesús: un acto sexual literal

Una enseñanza aún más grave es la doctrina mormona que sostiene que Dios Padre tuvo relaciones sexuales con María para concebir a Jesús:

“El Padre Celestial es el Padre literal de Jesucristo. Él fue engendrado en la carne por ese mismo Ser que es el Padre de nuestro espíritu.” — Joseph F. Smith, Journal of Discourses, vol. 1, p. 50

Esto no solo contradice el relato bíblico de la concepción virginal por obra del Espíritu Santo (Lucas 1:35), sino que representa una degradación grosera de la santidad de Dios. El Dios bíblico es espíritu (Juan 4:24) y no puede ser reducido a una función biológica humana.

4. Contraste con la cristología bíblica

La Biblia enseña que Jesús es:
  • Eterno: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1).
  • Increado: "Todas las cosas por él fueron hechas" (Juan 1:3).
  • Consustancial con el Padre: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9).
  • Encarnado por obra del Espíritu Santo, no de unión carnal: (Mateo 1:18-25, Lucas 1:35).
  • El Hijo eterno y único: "El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan 1:18).
Esto forma parte del consenso histórico de los credos cristianos, como el de Nicea (325 d.C.):

“Creemos en un solo Señor, Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma sustancia que el Padre.”

5. Implicaciones soteriológicas de una cristología defectuosa

Si Jesús no es Dios eterno e increado, entonces no puede ser el Salvador universal. Solo Dios puede salvar (Isaías 43:11), y su sacrificio solo tiene poder redentor si Él posee la naturaleza divina perfecta.

La visión mormona de Cristo como ser exaltado, hermano de Lucifer, engendrado por contacto físico, socava la base misma de la redención. El Cristo mormón no es el Dios que descendió en humildad (Filipenses 2), sino un ser creado con capacidades divinas.

Más aún, igualar a Jesucristo con Lucifer como "hermanos espirituales" constituye una distorsión teológica de proporciones catastróficas. Según la Biblia, Jesucristo es el Creador de todas las cosas, incluyendo a Lucifer:

"Porque en él fueron creadas todas las cosas... sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él" — Colosenses 1:16

Reducir a Cristo al mismo nivel ontológico que una criatura —especialmente una criatura caída, rebelde y símbolo del mal— no solo degrada su divinidad, sino que desdibuja completamente el conflicto cósmico que presenta la Escritura.

Aún más grave es el modo en que la teología mormona justifica la existencia del mal como parte del plan de Dios. En esta visión, Lucifer no es solamente el adversario, sino un agente necesario que facilita el desarrollo humano hacia la divinización:

"El albedrío es esencial para el plan de salvación. Lucifer propuso eliminarlo. Jesucristo defendió el plan del Padre" — Doctrina mormona común

Esta enseñanza sugiere que el pecado, la desobediencia, la caída, el sufrimiento y la muerte son parte necesaria y útil del diseño divino, para que el hombre pueda progresar hasta ser un dios. En consecuencia:
  • El mal no es una intrusión en el plan de Dios, sino parte esencial del mismo.
  • La desobediencia no es contraria al carácter de Dios, sino funcional a su propósito.
  • El sufrimiento no es algo que Dios redime, sino algo que Él deliberadamente instituye para el progreso eterno.
Esto contradice frontalmente la narrativa bíblica, donde el mal es ajeno al propósito original de Dios, resultado de la rebelión de criaturas libres, y donde el plan de salvación busca restaurar lo que fue corrompido —no institucionalizarlo como parte de un mecanismo de ascensión ontológica.

En suma, la cristología mormona no sólo degrada a Cristo y lo pone al nivel de Satanás, sino que redefine el mal como un instrumento pedagógico de Dios. Esto representa una inversión radical de la teología cristiana, y una peligrosísima distorsión de la santidad y justicia de Dios.

6. Evaluación apologética

La cristología mormona representa una desviación radical del testimonio bíblico. Aunque utiliza el nombre de Jesús, redefine su persona, su origen, su nacimiento, su relación con el Padre, y su naturaleza esencial.
  • No es el Hijo eterno.
  • No es consustancial con el Padre.
  • No es el Verbo preexistente.
  • No fue concebido virginalmente por el Espíritu Santo.
Por tanto, el Jesús del mormonismo no es el Jesús de la Biblia. Y esto tiene consecuencias eternas:

“Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado… bien lo toleráis.” — 2 Corintios 11:4

Aceptar una cristología falsa es aceptar un Cristo falso. Y si el fundamento está equivocado, todo el edificio doctrinal se derrumba.

Por tanto, la IJSUD no puede ser reconocida como una iglesia cristiana mientras sostenga una cristología que contradice la revelación apostólica, la enseñanza profética y la identidad misma de El Salvador eterno revelado en las Escrituras.

V. Doctrina del pecado y la salvación: ¿qué enseña el mormonismo y qué enseña la Biblia?

1. El pecado según la doctrina mormona

En la teología mormona, el pecado es una transgresión voluntaria de la ley de Dios, pero el énfasis está menos en la corrupción de la naturaleza humana y más en el uso correcto del albedrío. Según su enseñanza, la caída de Adán y Eva no fue una tragedia, sino una bendición necesaria para que la humanidad pudiera progresar hacia la divinidad:

"La caída fue un paso necesario en el plan de salvación. Adán y Eva eligieron venir a la mortalidad para que pudiéramos tener cuerpos y experimentar la alegría, el dolor y el aprendizaje necesario para llegar a ser como nuestro Padre Celestial." — Gospel Principles, capítulo 6

Esta visión convierte el pecado original en una bendición divina, y no en una rebelión que requiere redención. Esto desvirtúa el mensaje del Génesis (Génesis 3) y de todo el Nuevo Testamento, donde el pecado es una catástrofe moral, ontológica y espiritual que separa al hombre de Dios.

2. Pecado y progreso en el plan de exaltación

Para la IJSUD, el pecado es parte del proceso educativo que lleva a la exaltación. Es decir, el mal se convierte en maestro, y la desobediencia en condición necesaria para la evolución espiritual.

“No podríamos haber llegado a ser como nuestro Padre Celestial sin venir a la tierra y pasar por la experiencia del pecado y la redención.” — Teachings of Presidents of the Church: Joseph Fielding Smith, p. 61

Desde esta lógica, la caída fue un paso hacia arriba, no hacia abajo. Esto implica que la transgresión no solamente no fue contraria al plan de Dios, sino parte indispensable del mismo. Aquí el pecado se justifica teológicamente como herramienta evolutiva hacia la divinización.

Comparación con la teosofía y las religiones esotéricas

Esta visión del pecado como un peldaño necesario en el proceso de ascensión espiritual encuentra un paralelo claro en las enseñanzas de la teosofía, el gnosticismo y el pensamiento de la Nueva Era, donde el mal no es esencialmente una violación moral de la voluntad divina, sino una experiencia necesaria que permite el desarrollo de la conciencia humana hacia su divinización.

En la teosofía:

El pecado no es una rebelión objetiva contra Dios, sino una etapa evolutiva necesaria para que el alma se libere de la ignorancia y llegue a la iluminación.

La caída no es una tragedia, sino un descenso voluntario del alma hacia la materia, para adquirir experiencia.

En este marco, el acto de “pecar” se convierte en un ejercicio del libre albedrío que promueve el crecimiento espiritual. Esta idea también aparece en filosofías orientales como ciertas interpretaciones del budismo y el hinduismo, donde el sufrimiento y el error son partes integrales del camino hacia la iluminación.

Helena P. Blavatsky:

“Satanás es el dios de nuestro planeta, y el único dios” — Helena P. Blavatsky, The Secret Doctrine, vol. II, p. 234

“Es Satanás quien es el dios de la Sabiduría... y fue él quien abrió los ojos del autómata (Adán) creado por Jehová.” — Blavatsky, The Secret Doctrine, vol. II, p. 243

Albert Pike, masón y teósofo, también escribió:

“Lucifer, el portador de luz... ¡extraña y misteriosa palabra para el Espíritu de las Tinieblas! Lucifer, el Hijo de la Mañana, es quien porta la Luz. No lo dudes.” — Albert Pike, Morals and Dogma, p. 321

Estas afirmaciones celebran la transgresión como un acto de iluminación. El pecado, en esta visión, no es una catástrofe espiritual, sino la oportunidad de que el alma humana despierte a su potencial divino.

Aplicado al mormonismo:
  • La desobediencia de Adán y Eva es replanteada como sabiduría.
  • El mal no se opone esencialmente a Dios, sino que coopera con su propósito.
  • El hombre no necesita ser rescatado de su estado caído, sino orientado dentro del sistema para aprovechar el mal en su ascenso.
Esto constituye una inversión total del mensaje cristiano, que define el pecado como una transgresión de la ley divina (1 Juan 3:4), una separación de Dios (Isaías 59:2), y la causa de la muerte (Romanos 6:23), no como un paso necesario hacia la gloria. En la Biblia, el pecado no es parte del plan, sino la ruptura del plan.

Así, la doctrina mormona —como en las religiones esotéricas— no necesita de un Salvador que libere del pecado, sino de un mentor que guíe el desarrollo del alma. Por eso el Jesús mormón no es el Redentor en el sentido bíblico, sino un facilitador de la exaltación humana, un “ejemplo divino” dentro de un cosmos jerárquico donde el mal es funcional.

Este tipo de pensamiento es peligrosamente próximo a la doctrina de la serpiente en el Edén: “seréis como Dios” (Génesis 3:5). No sorprende que tantas corrientes esotéricas y luciferinas celebren ese momento como el despertar de la conciencia humana.

El cristianismo bíblico, por el contrario, proclama que ese fue el momento de la caída, la introducción del mal, y el punto de partida para la obra redentora de Dios en Cristo.

3. Contraste con la antropología bíblica

La Biblia presenta una visión profundamente distinta. El pecado:
  1. Introdujo la muerte, el dolor, la vergüenza y la alienación de Dios (Génesis 3:17–19).
  2. Corrompió la naturaleza humana (Romanos 3:9–23; Efesios 2:1–3).
  3. No fue parte del plan de Dios, sino el resultado de una elección libre contra su voluntad.
  4. Requiere reconciliación, no autoexaltación.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte... así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” — Romanos 5:12

La teología bíblica afirma que el pecado es incompatible con la gloria de Dios, y que sólo por gracia, no por méritos ni progreso espiritual, podemos ser redimidos (Efesios 2:8–9).

4. ¿Qué es la salvación según el mormonismo?

El mormonismo distingue entre salvación general (resurrección universal garantizada por Cristo) y exaltación (alcanzar la divinidad, ser dios de un mundo). La exaltación se alcanza mediante:
  • Bautismo mormón
  • Confirmación en la IJSUD
  • Matrimonio celestial
  • Obediencia a los mandamientos
  • Dignidad para entrar al templo y recibir investiduras
"El hombre puede llegar a ser un dios y vivir en la exaltación si guarda todos los mandamientos del Señor." — Doctrinas del Evangelio, Manual de Instituto, p. 375

Así, Cristo no es suficiente: la salvación completa depende de un sistema ritual, institucional y de méritos. La cruz es apenas una parte del proceso.

5. Contraste con el evangelio bíblico

El Nuevo Testamento es claro: la salvación es por gracia, mediante la fe, y no por obras:

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” — Efesios 2:8–9

“Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” — Gálatas 2:21

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo... en que podamos ser salvos.” — Hechos 4:12

La exaltación mormona transforma la salvación en una autopromoción espiritual, donde el hombre asciende mediante rituales y obediencia institucional. El evangelio bíblico, en cambio, declara que el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, y necesita una obra divina completa y externa en la cruz.

6. Evaluación apologética

La doctrina mormona del pecado y la salvación invierte completamente el mensaje bíblico del evangelio.
  1. El pecado no es redimido, es reutilizado.
  2. La cruz no es el fin del pecado, sino un peldaño hacia la divinidad.
  3. Cristo no es suficiente; la iglesia mormona sí.
Esto convierte el evangelio en un camino de autosuperación con elementos cristianos, pero sin la esencia de la gracia. En palabras de Pablo:

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente... No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban.” — Gálatas 1:6–7

La IJSUD enseña otro evangelio, otro Cristo, otro plan de redención. Y como tal, no puede ser reconocida como parte del cuerpo de Cristo que sostiene el evangelio de la cruz, de la gracia y de la gloria de Dios.
 
VI. Autoridad y uso de la Biblia en el mormonismo

1. ¿Aceptan los mormones la Biblia como Palabra de Dios?

Oficialmente, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días afirma aceptar la Biblia como Escritura inspirada. No obstante, esta aceptación tiene una cláusula restrictiva:

“Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente.” — Octavo Artículo de Fe de la IJSUD

Esta declaración abre la puerta a rechazar cualquier pasaje que contradiga las doctrinas mormonas, y establece la autoridad doctrinal última no en la Biblia, sino en la interpretación oficial del liderazgo mormón y sus otros libros sagrados: el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, y la Perla de Gran Precio.

2. Supremacía de nuevas revelaciones sobre la Biblia

En la práctica, el canon mormón es abierto y sujeto a revisión por los profetas vivientes. Esto significa que la Biblia puede ser corregida o ampliada por nuevas revelaciones:

“Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela y creemos que aún revelará muchas grandes cosas pertenecientes al Reino de Dios.” — Noveno Artículo de Fe

Esta postura posiciona a la Biblia como una fuente secundaria y sujeta a corrección, lo cual entra en conflicto directo con el principio cristiano de la sola Scriptura (2 Timoteo 3:16-17; Isaías 8:20).

3. Correcciones doctrinales a la Biblia: la Traducción de José Smith

José Smith creó su propia versión de la Biblia, llamada “Traducción Inspirada” o “Versión de José Smith” (JST), en la cual modificó numerosos pasajes bíblicos para alinearlos con su teología emergente.
 Ejemplos incluyen:

Génesis 50:33, donde se añade una profecía explícita sobre José Smith.
Mateo 24, donde se reorganizan eventos escatológicos.

Este proceso coloca al profeta mormón como corrector de la revelación apostólica, lo cual representa una grave arrogancia doctrinal. Además, introduce elementos que no existen en ningún manuscrito bíblico antiguo.

4. Comparación con la visión bíblica de la Escritura

La Biblia se presenta a sí misma como completa, suficiente y definitiva:

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar... a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” — 2 Timoteo 3:16–17

“...contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” — Judas 1:3

“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.” — Proverbios 30:6

El cristianismo bíblico enseña que la revelación está completa en Cristo (Hebreos 1:1–3), y que la función de la Iglesia no es añadir, sino guardar fielmente lo que fue una vez entregado.

5. Evaluación apologética

La doctrina mormona sobre la Escritura invierte el orden de autoridad, sometiendo la Biblia a nuevas revelaciones y a la interpretación cambiante de un profeta moderno. Esto deja al creyente sin un fundamento estable.
  1. La Biblia queda subordinada al Libro de Mormón.
  2. La autoridad final no es la Escritura, sino la jerarquía eclesiástica.
  3. La revelación es fluida, no cerrada ni objetiva.
Este sistema desmantela la noción de verdad objetiva revelada y la reemplaza con una visión evolutiva, mística y autorreferente de la doctrina. Como resultado, la Biblia deja de ser la norma de fe y práctica, y se convierte en un documento incompleto y dependiente de reinterpretaciones continuas.

En contraste, el cristianismo bíblico sostiene que:
  • La Palabra de Dios es suficiente y completa.
  • Cristo es la revelación final.
  • Ninguna institución, profeta o tradición puede añadir o quitar de ella.
Por lo tanto, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no puede ser considerada cristiana en su doctrina bíblica, pues niega en la práctica la autoridad final, la suficiencia, la inerrancia y la claridad de las Escrituras tal como fueron dadas por Dios.

“A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” — Isaías 8:20

VII. Iglesia, sacerdocio y autoridad profética

1. El sacerdocio según el mormonismo

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sostiene que la autoridad del sacerdocio fue completamente perdida tras la muerte de los apóstoles y que fue restaurada a través de José Smith en el siglo XIX. En 1829, Smith y Oliver Cowdery afirman haber recibido el "Sacerdocio Aarónico" de manos de Juan el Bautista, y posteriormente el "Sacerdocio de Melquisedec" por medio de Pedro, Santiago y Juan.

“En virtud del sacerdocio restaurado, los hombres dignos pueden actuar en nombre de Dios para administrar las ordenanzas de salvación.” — Doctrina y Convenios 13; 20:58–65

Esta doctrina implica que todas las demás iglesias cristianas carecen de autoridad divina, y que la autoridad única y verdadera reside en la IJSUD.

2. El concepto de iglesia verdadera

Los mormones enseñan que su iglesia es la única iglesia verdadera sobre la faz de la tierra, restaurada tras un período de apostasía general.

“Ésta es mi iglesia... la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra.” — Doctrina y Convenios 1:30

“Yo fui llamado para que restaurara la iglesia del Señor.” — José Smith, Historia de la Iglesia, vol. 1, p. 259

Esto excluye a todas las demás denominaciones cristianas de cualquier validez espiritual o eclesiástica real. Sin embargo, la Biblia no enseña una restauración post-apostólica, sino la continuidad de la Iglesia fundada por Cristo (Mateo 16:18), guiada por el Espíritu Santo (Juan 14:26) y preservada por Dios (Efesios 3:21).

3. ¿Es bíblico un sacerdocio mormón?

El sacerdocio en el Antiguo Testamento estaba reservado a los descendientes de Aarón (Éxodo 28), mientras que el sacerdocio de Melquisedec es atribuido exclusivamente a Cristo en el Nuevo Testamento:

“Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” — Hebreos 5:6

“Si él estuviese en la tierra, ni siquiera sería sacerdote...” — Hebreos 8:4

El Nuevo Testamento nunca enseña que creyentes individuales reciban un "sacerdocio de Melquisedec". Más bien, declara que todos los creyentes en Cristo forman un sacerdocio espiritual universal:

“Vosotros también, como piedras vivas... sois un real sacerdocio.” — 1 Pedro 2:5,9

El concepto mormón de una élite con autoridad sacerdotal sobre los demás contradice el sacerdocio universal de los creyentes en el Nuevo Pacto.

4. La autoridad profética de José Smith

José Smith es considerado profeta, vidente y revelador. Su autoridad es incuestionable dentro de la estructura doctrinal y organizacional de la IJSUD. Sin embargo, sus enseñanzas y prácticas han sido objeto de controversia seria:
  1. Profecías fallidas sobre la venida de Cristo.
  2. Traducciones erróneas de lenguas antiguas.
  3. Enseñanza de doctrinas ajenas a la Biblia: pluralidad de dioses, matrimonio celestial, exaltación humana.
Deuteronomio 18:20–22 establece un criterio claro para evaluar profetas: si una profecía no se cumple, el profeta no ha hablado por Dios.

5. Evaluación apologética

La estructura sacerdotal y profética del mormonismo no tiene sustento en la revelación apostólica. Es un sistema restauracionista no bíblico que reinterpreta la historia eclesiástica para justificar su propia autoridad exclusiva. En contraste, la Biblia enseña:
  • La Iglesia ha sido preservada por el Espíritu (Juan 14:26; Efesios 3:21).
  • Todos los creyentes tienen acceso directo a Dios por medio de Cristo (Hebreos 10:19–22).
  • El único sumo sacerdote eterno es Jesucristo (Hebreos 7–10).

Cualquier sistema eclesiástico o denominación que establezca una casta sacerdotal con poderes exclusivos y autoridad especial sobre la salvación contradice frontalmente:

El sacerdocio único y eterno de Cristo en el Santuario celestial (Hebreos 8:1–2).
El acceso directo de todo creyente a Dios mediante la sangre de Cristo (Efesios 2:18).
La suficiencia de la gracia, sin mediaciones humanas jerárquicas (Romanos 5:1–2).

Este tipo de sacerdocio humano usurpa la función mediadora exclusiva de Cristo, tuerce la gracia en sistema de méritos, y pervierte el plan de redención al introducir intermediarios institucionales. No es una exageración afirmar que esta estructura fue profetizada como la característica principal del anticristo:

“...se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” — 2 Tesalonicenses 2:4

“Vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata... y en su frente un nombre escrito: Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.” — Apocalipsis 17:3–5

“Han hecho mercadería de vosotros con palabras fingidas...” — 2 Pedro 2:3

El sacerdocio mormón, en tanto pretende canalizar el poder divino exclusivamente a través de una estructura jerárquica restaurada, cumple el patrón de un sistema religioso anticristiano, que desplaza a Cristo de su lugar central como sumo sacerdote, mediador único, y Salvador suficiente.

Por tanto, la afirmación de la IJSUD de ser la única iglesia verdadera y de tener el único sacerdocio válido no resiste el escrutinio bíblico. Su estructura de autoridad no refleja el modelo del Nuevo Testamento, sino una organización piramidal análoga a los sistemas esotéricos, donde el conocimiento oculto y la autoridad revelada se concentran en una figura carismática central.

La estructura sacerdotal y profética del mormonismo no tiene sustento en la revelación apostólica. Es un sistema restauracionista no bíblico que reinterpreta la historia eclesiástica para justificar su propia autoridad exclusiva. En contraste, la Biblia enseña:
  • La Iglesia ha sido preservada por el Espíritu (Juan 14:26; Efesios 3:21).
  • Todos los creyentes tienen acceso directo a Dios por medio de Cristo (Hebreos 10:19–22).
  • El único sumo sacerdote eterno es Jesucristo (Hebreos 7–10).
Por tanto, la afirmación de la IJSUD de ser la única iglesia verdadera y de tener el único sacerdocio válido no resiste el escrutinio bíblico. Su estructura de autoridad no refleja el modelo del Nuevo Testamento, sino una organización piramidal análoga a los sistemas esotéricos, donde el conocimiento oculto y la autoridad revelada se concentran en una figura carismática central.

VIII. Escatología y plan eterno en el mormonismo

1. El “Plan de Salvación” mormón: una cosmología de progreso eterno

La escatología mormona está estructurada en torno al llamado “Plan de Salvación” o “Plan de Felicidad”, que describe el destino eterno de la humanidad como una progresión desde la preexistencia hasta la exaltación divina. Este plan incluye:
  1. Existencia preterrenal como hijos espirituales de Dios.
  2. Vida terrenal como etapa de prueba.
  3. Mundo espiritual tras la muerte (paraíso o prisión espiritual).
  4. Resurrección y juicio final.
  5. Entrada a uno de los tres reinos de gloria: Celestial, Terrestre, o Telestial.
  6. El Reino Celestial es reservado para los miembros fieles de la IJSUD, quienes se han sellado en matrimonio eterno, guardan los mandamientos y progresan hasta llegar a ser dioses.
“Aquellos que son exaltados... continuarán hacia adelante, entonces tendrán hijos espirituales... y así progresarán eternamente.” — Doctrina y Convenios 132:19–20

2. Comparación con la escatología bíblica

La Biblia enseña que tras la muerte viene el juicio (Hebreos 9:27), y que los redimidos heredarán la vida eterna en la presencia de Dios (Apocalipsis 21:1–4), mientras que los no redimidos enfrentarán la destrucción eterna (2 Tesalonicenses 1:9; Mateo 25:46).

No hay en la Biblia una enseñanza sobre tres niveles de cielo, ni sobre el progreso post-mortem hacia la divinidad. Tampoco se menciona una preexistencia espiritual ni un linaje literal divino. Estas ideas son extrabíblicas y provienen más de sistemas gnósticos, neoplatónicos y teosóficos que de la fe apostólica.

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” — Juan 17:3

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.” — Juan 3:36

 3. El juicio según el mormonismo vs. el juicio según la Biblia

Para el mormonismo, el juicio se basa en un registro de obras y en la adhesión a los convenios de la IJSUD. Aunque mencionan la gracia de Cristo, esta se entiende como un poder capacitador, no como el medio exclusivo de justificación.

En contraste, el evangelio bíblico declara que la salvación es por gracia mediante la fe, y el juicio final será una validación pública de esa relación con Cristo, no una auditoría de obras rituales:

“El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” — Juan 5:24

“Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.” — Romanos 14:10

4. Evaluación apologética

La escatología mormona convierte el juicio y la salvación en un sistema de progreso meritocrático, donde la exaltación final depende de ritos, convenios y obediencia institucional. Esta visión:
  • Contradice el carácter final y universal del juicio bíblico.
  • Niega la suficiencia de la cruz como único medio de salvación.
  • Introduce una jerarquía post-mortem que no existe en la revelación bíblica.
Además, la idea de múltiples grados de gloria y de exaltación humana refuerza el concepto luciferino de autodivinización progresiva. Esta no es la esperanza del evangelio, sino una reinterpretación esotérica del destino humano, donde el hombre no es salvado, sino promovido.

En resumen, el plan eterno mormón invierte el evangelio: ya no es Dios quien salva al pecador, sino el pecador quien se perfecciona para alcanzar a Dios.

“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor... Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” — Mateo 7:22–23

IX. Conclusión apologética: ¿Es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días una iglesia cristiana?

Después de analizar en profundidad la teología mormona en relación con la doctrina bíblica, podemos formular una conclusión razonada, basada en evidencia teológica, histórica, bíblica y lógica.

1. ¿Comparte el mormonismo la fe cristiana histórica?

El cristianismo, desde sus raíces apostólicas, ha sido definido por una serie de doctrinas fundamentales, entre ellas:
  1. Un solo Dios eterno, omnipotente, omnisciente, no creado.
  2. Jesucristo como Dios encarnado, eterno, no creado, consustancial con el Padre.
  3. El pecado como rebelión y ruptura con Dios, no como una etapa necesaria hacia la divinización.
  4. La salvación como un acto de gracia, no de mérito, obtenido exclusivamente por la fe en la obra expiatoria de Cristo.
  5. La Biblia como la única regla de fe y práctica, cerrada e inerrante.
A la luz de esto, el mormonismo enseña doctrinas totalmente contrarias:
  1. La existencia de múltiples dioses y la posibilidad de que el ser humano se convierta en uno.
  2. Un Cristo que es hermano espiritual de Satanás y producto de un Padre que también fue hombre.
  3. Un pecado funcional al plan divino, necesario para el progreso eterno.
  4. Una salvación basada en obras, rituales, convenios y méritos acumulativos.
  5. Una Escritura subordinada a profetas modernos y revelaciones cambiantes.
2. El mormonismo como sistema religioso poscristiano

El mormonismo utiliza el lenguaje del cristianismo, pero lo redefine profundamente:
  1. “Jesucristo” ya no es el eterno Hijo de Dios, sino un dios entre otros.
  2. “Salvación” ya no es redención del pecado, sino exaltación hacia la deificación.
  3. “Evangelio” ya no es gracia inmerecida, sino un sistema de ascenso espiritual condicionado por obediencia ritual.
Esta reconfiguración de los términos doctrinales convierte al mormonismo en una religión sincrética, donde confluyen ideas del gnosticismo, la masonería, la teosofía y la supuesta mitología americana.

3. Evaluación teológica final

El apóstol Pablo advirtió contra un “evangelio diferente” (Gálatas 1:6–9). El mormonismo no es simplemente otra denominación cristiana, sino una fe diferente que utiliza símbolos cristianos para enseñar un sistema de creencias ajeno al testimonio apostólico.

La Biblia no enseña que la verdad se perdería por completo ni que necesitaría una restauración radical mediante un profeta moderno. Jesús prometió que el Espíritu Santo guiaría a su Iglesia a toda verdad (Juan 16:13) y que las puertas del Hades no prevalecerían contra ella (Mateo 16:18). La historia demuestra que, aunque hubo corrupciones institucionales, el mensaje del evangelio fue preservado a través de los siglos, especialmente mediante la Reforma protestante, que restauró el principio de la justificación por la fe y el retorno a las Escrituras.

En cambio, el mormonismo no tiene raíces en la Reforma protestante ni en el cristianismo histórico. Es un movimiento independiente, surgido en el siglo XIX, que incorpora elementos de misticismo, esoterismo masónico, religiosidad popular estadounidense y reinterpretaciones doctrinales propias. Su teología no es una evolución ni una reforma del cristianismo, sino una reinvención que se aleja de las fuentes originales de la fe cristiana.

Así, el mormonismo constituye un sistema peligroso de sincretismo doctrinal que mezcla elementos cristianos con doctrinas luciferinas, gnósticas y orientales, dando lugar a una fe que exalta al hombre más que a Dios, redefine el pecado como progreso, y convierte la gracia en recompensa por esfuerzo.

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” — Hechos 4:12

“Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.” — Mateo 24:5

El uso del nombre de Jesucristo no garantiza fidelidad doctrinal. El verdadero cristianismo se define por la fidelidad a la doctrina apostólica revelada en las Escrituras.

El uso del nombre de Jesucristo no garantiza fidelidad doctrinal. El verdadero cristianismo se define por la fidelidad a la doctrina apostólica revelada en las Escrituras.

4. Llamado final al lector

Este análisis no pretende condenar a personas, sino discernir doctrinas. El amor al prójimo exige decir la verdad en amor (Efesios 4:15), y alertar sobre sistemas que desvían del evangelio verdadero.

La Biblia nos advierte sobre los peligros de confiar únicamente en nuestras emociones o experiencias subjetivas como base de verdad espiritual:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” — Jeremías 17:9

La seguridad espiritual no debe construirse sobre sentimientos, visiones personales o afirmaciones místicas, sino sobre la Palabra revelada de Dios. La Escritura elogia a quienes no aceptan ningún mensaje sin examinarlo a la luz del testimonio bíblico:

“Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” — Hechos 17:11

Si estás explorando el mormonismo o tienes familiares dentro, ora, estudia la Biblia y examina si el mensaje que escuchas exalta a Cristo o al hombre, si proclama la gracia o el mérito, si dirige al Calvario o al templo de Salt Lake.

Recuerda que la nueva luz nunca niega, pervierte ni borra la luz anterior ni el testimonio de los profetas y apóstoles. La revelación progresiva siempre se fundamenta sobre la revelación previa, y no la contradice. Por eso, todo movimiento que pretenda aportar una nueva verdad debe ser examinado a la luz de toda la Escritura (Isaías 8:20), y si no concuerda con ella, debe ser rechazado.

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” — Juan 5:39 

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