Busqueda

Temas del Blog

martes, 8 de julio de 2014

Francisco I : "El domingo es pieza clave de la libertad humana"

El papa Francisco reclamó el descanso dominical

Mal que le pese a la Iglesia Católica Apostólica Romana, no hay registro bíblico sobre el descanso dominical. El día que Jesús de Nazareth iba al templo era el sábado. Por lo tanto, ¿cómo entender que los seguidores de Jesús decidan modificar su día de descanso? ¿Por voluntad humana modifican la voluntad divina? Insostenible. Sin embargo, el Vaticano instituyó el domingo como día de descanso hace varios siglos, y no lo ha modificado. Al igual que el celibato de los sacerdotes, es uno de las normas no bíblicas elevadas a categoría de verdad indiscutible. Ahora, la polémica cuando el papa Francisco (Jorge Omar Bergoglio), tal como lo había anticipado su amigo Osvaldo Cornide durante su ofensiva contra los shoppings de IRSA/Eduardo Elsztain, reclama el descanso dominical en nombre de la recuperación de valores humanos, comenzando por los familiares. Es muy noble el propósito pero es una invocación al Estado para que sea imposición a otras religiones, y esa es la otra cara del ecumenismo que predica Francisco. Sería bueno que lo explicara el rabino Abraham Skorka...

Durante el encuentro con el mundo del trabajo, Francisco había subrayado enfáticamente: “El domingo libre del trabajo (exceptuando los servicios necesarios) afirma que la prioridad no es lo económico, sino lo humano”. “Tal vez ha llegado el momento de preguntarnos si trabajar los domingos es una verdadera libertad”.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Durante una visita a la Universidad de Molise, en Italia, el pontífice católico apostólico romano Francisco sostuvo que el hecho de trabajar los domingos "no solo afecta a los creyentes, sino que afecta a todos".

El Papa se pronunció en contra de las jornadas laborales dominicales, con excepción de los servicios indispensables, mientras llamó a "conciliar el trabajo con el tiempo familiar".

"Tal vez es el momento de preguntarse si trabajar los domingos es una verdadera libertad", se preguntó el Papa, quien sustentó esa posición en que, excepto en los trabajos y oficios inherentes a servicios especiales, los domingos deben "para las relaciones no comerciales, pero la familia, los amigos, para los creyentes a una relación con Dios y con la comunidad".

Franciso llamó a los trabajadores a "pasar más tiempo con sus hijos y jugar con ellos", posibilidad que a su juicio "se está perdiendo". Según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, el Papa ya había expresado por carta su apoyo a la campaña nacional de la entidad para impulsar el cierre dominical.


"(...) El reunirse con el mundo del trabajo, el Pontífice recomienda: “¡Padres, pierdan tiempo con sus hijos!”. Y cuenta una anécdota: “Cuando iba a confesar, si llegaba una mamá o un papá jóvenes, les preguntaba: ‘¿Cuántos hijos tienes?’. Y después otra pregunta: ‘¿Juegas con tus niños?’. Y la respuesta era siempre: ‘Perdone, padre, ¿cómo?’. Estamos perdiendo esta ciencia, jugar con los niños”.

En contra de la plaga del desempleo, Francisco pide a las instituciones “más esfuerzos y valentía”. Y después se dirige a los sacerdotes y a los fieles. Durante la homilía en la misa en el ex-estadio Romagnoli de Campobasso, Papa Francisco subraya que la Iglesia es “un pueblo que sirve a Dios”, y este servicio “se realiza de diferentes maneras, en particular en la oración, en el anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad: la vía privilegiada para servir a Dios es servir a los hermanos que lo necesiten”. La Iglesia, continúa, “aprende a convertirse en sierva del Señor cada día, a estar lista para salir e ir al encuentro de las situaciones de mayor necesidad, a ser premurosa con los pequeños y los excluidos”.

Además, “el Señor nos libra de las ambiciones y rivalidades, que minan la unidad y la comunión. Nos libra de la desconfianza, de la tristeza, del miedo, del vacío interior, del aislamiento, de los remordimientos, de las quejas”. Y también en nuestras comunidades hay actitudes negativas, que llevan a las personas a la autoreferencialidad, a preocuparse más por defenderse que por darse: pero Cristo nos libra de esta “grisura existencial”. El testimonio de la caridad es “la vía maestra de la evangelización”. Por este motivo la Iglesia es el pueblo que experimenta la liberación del Señor y vive en esta libertad que él le dona, explica Francisco: “La libertad, sobre todo, del pecado, del egoísmo en todas sus formas. “La libertad de entregarse y de hacerlo con alegría, como la Virgen de Nazaret, que es libre de sí misma, no se repliega sobre su condición, sino que piensa en aquel que en ese momento tiene más necesidad”.

En este aspecto, la “Iglesia siempre ha estado en primera línea, presencia maternal y fraternal que comparte las dificultades y las fragilidades de la gente”. Así, “la comunidad cristiana trata de infundir en la sociedad ese suplemento de alma que permite ver más allá y tener esperanza”. El Pontífice exhorta a difundir “por todas partes la cultura de la solidaridad”.

Durante el encuentro con el mundo del trabajo, Francisco había subrayado enfáticamente: “El domingo libre del trabajo (exceptuando los servicios necesarios) afirma que la prioridad no es lo económico, sino lo humano”. “Tal vez ha llegado el momento de preguntarnos si trabajar los domingos es una verdadera libertad”.

La invitación del Papa fue clara y simple: “Hay que conciliar los tiempos del trabajo con los tiempos de la familia”. Bergoglio indica que este es un punto crítico que “nos permite discernir, valorar la calidad humana del sistema económico en el que nos encontramos”.

Dice una famosa escritora Cristiana Americana:

"Es el espíritu del papado, es decir, el espíritu de conformidad con las costumbres mundanas, la mayor veneración por las tradiciones humanas que por los mandamientos de Dios, el que está penetrando en las iglesias protestantes e induciéndolas a hacer la misma obra de exaltación del domingo que el papado hizo antes que ellas."{CI 56.1}

Si el lector quiere saber cuáles son los medios que se emplearán en la contienda por venir, no tiene más que leer la descripción de los que Roma empleó con el mismo fin en siglos pasados. Si desea saber cómo los papistas unidos a los protestantes procederán con los que rechacen sus dogmas, considere el espíritu que Roma manifestó contra el sábado y sus defensores. {CI 56.2}

Edictos reales, concilios generales y ordenanzas de la iglesia sostenidos por el poder civil fueron los peldaños por medio de los cuales el día de fiesta pagano alcanzó su puesto de honor en el mundo cristiano. La primera medida pública que impuso la observancia del domingo fué la ley promulgada por Constantino. (Año 321 de J. C.) Dicho edicto requería que los habitantes de las ciudades descansaran en “el venerable día del sol,” pero permitía a los del campo que prosiguiesen sus faenas agrícolas. A pesar de ser en realidad ley pagana, fué impuesta por el emperador después que hubo aceptado nominalmente el cristianismo.{CI 57.1}

Como el mandato real no parecía substituir de un modo suficiente la autoridad divina, Eusebio, obispo que buscó el favor de los príncipes y amigo íntimo y adulador especial de Constantino, aseveró que Cristo había transferido el día de reposo del sábado al domingo. No se pudo aducir una sola prueba de las Santas Escrituras en favor de la nueva doctrina. Eusebio mismo reconoce involuntariamente la falsedad de ella y señala a los verdaderos autores del cambio. “Nosotros hemos transferido al domingo, día del Señor—dice—todas las cosas que debían hacerse en el sábado.”—Roberto Cox, Sabbath Laws and Sabbath Duties, 538. Pero por infundado que fuese el argumento en favor del domingo, sirvió para envalentonar a los hombres y animarlos a pisotear el sábado del Señor. Todos los que deseaban ser honrados por el mundo aceptaron el día festivo popular.{CI 57.2}

Con el afianzamiento del papado fué enalteciéndose más y más la institución del domingo. Por algún tiempo el pueblo siguió ocupándose en los trabajos agrícolas fuera de las horas de culto, y el séptimo día, o sábado, siguió siendo considerado como el día de reposo. Pero lenta y seguramente fué efectuándose el cambio. Se prohibió a los magistrados que fallaran en lo civil los domingos. Poco después se dispuso que todos sin distinción de clase social se abstuviesen del trabajo ordinario, so pena de multa para los señores y de azotes para los siervos. Más tarde se decretó que los ricos serían castigados con la pérdida de la mitad de sus bienes y que finalmente, si se obstinaban en desobedecer, se les hiciese esclavos. Los de las clases inferiores debían sufrir destierro perpetuo. {CI 57.3}

Se recurrió también a los milagros. Entre otros casos maravillosos, se refería que un campesino que iba a labrar su campo en día domingo limpió su arado con un hierro que le penetró en la mano, y por dos años enteros no lo pudo sacar, “sufriendo con ello mucho dolor y vergüenza.”—Francisco West, Historical and Practical Discourse on the Lords Day, 174.{CI 58.1}

Más tarde, el papa ordenó que los sacerdotes del campo amonestasen a los que violasen el domingo y los indujeran a venir a la iglesia para rezar, no fuese que atrajesen alguna gran calamidad sobre sí mismos y sobre sus vecinos.{CI 58.2}

Como los decretos de los concilios resultaran insuficientes, se instó a las autoridades civiles a promulgar un edicto que inspirase terror al pueblo y le obligase a abstenerse de trabajar el domingo. En un sínodo reunido en Roma, todos los decretos anteriores fueron confirmados con mayor fuerza y solemnidad, incorporados en la ley eclesiástica y puestos en vigencia por las autoridades civiles en casi toda la cristiandad. (Véase Heylyn, History of the Sabbath, parte 2, cap. 5, sec. 7.){CI 58.3}

A pesar de esto la falta de autoridad bíblica en favor de la observancia del domingo no originaba pocas dificultades. El pueblo ponía en tela de juicio el derecho de sus maestros para echar a un lado la declaración positiva de Jehová: “El séptimo día Sábado es del Señor tu Dios” a fin de honrar el día del sol. Se necesitaban otros expedientes para suplir la falta de testimonios bíblicos. Un celoso defensor del domingo que visitó a fines del siglo XII las iglesias de Inglaterra, encontró resistencia por parte de testigos fieles de la verdad; sus esfuerzos resultaron tan inútiles que abandonó el país por algún tiempo en busca de medios que le permitiesen apoyar sus enseñanzas. Cuando regresó, la falta había sido suplida y entonces tuvo mayor éxito. Había traído consigo un rollo que presentaba como del mismo Dios, y que contenía el mandamiento que se necesitaba para la observancia del domingo, con terribles amenazas para aterrar a los desobedientes. Se afirmaba que ese precioso documento, fraude tan vil como la institución misma que pretendía afianzar, había caído del cielo y había sido encontrado en Jerusalén sobre el altar de San Simeón, en el Gólgota. Pero en realidad, de donde procedía era del palacio pontifical de Roma. La jerarquía papal consideró siempre como legítimos los fraudes y las adulteraciones que favoreciesen el poder y la prosperidad de la iglesia.{CI 58.4}

Pero a pesar de todos los esfuerzos hechos para establecer la santidad del domingo, los mismos papistas confesaban públicamente la autoridad divina del sábado y el origen humano de la institución que lo había suplantado. En el siglo XVI un concilio papal ordenó explícitamente: “Recuerden todos los cristianos que el séptimo día fué consagrado por Dios y aceptado y observado no sólo por los judíos, sino también por todos los que querían adorar a Dios; no obstante nosotros los cristianos hemos cambiado el sábado de ellos en el día del Señor,domingo.” Ibid., 281, 282. Los que estaban pisoteando la ley divina no ignoraban el carácter de la obra que estaban realizando. Se estaban colocando deliberadamente por encima de Dios.{CI 59.1}

Un ejemplo sorprendente de la política de Roma contra los que no concuerdan con ella se encuentra en la larga y sangrienta persecución de los valdenses, algunos de los cuales observaban el sábado. Otros sufrieron de modo parecido por su fidelidad al cuarto mandamiento. La historia de las iglesias de Etiopía, o Abisinia, es especialmente significativa. En medio de las tinieblas de la Edad Media, se perdió de vista a los cristianos del Africa central, quienes, olvidados del mundo, gozaron de plena libertad en el ejercicio de su fe. Pero al fin Roma descubrió su existencia y el emperador de Abisinia fué pronto inducido a reconocer al papa como vicario de Cristo. Esto fué principio de otras concesiones. Se proclamó un edicto que prohibía la observancia del sábado, bajo las penas más severas. Véase Miguel Geddes, Church History of Ethiopia, 311, 312. Pero la tiranía papal se convirtió luego en yugo tan amargo que los abisinios resolvieron sacudirlo. Después de una lucha terrible, los romanistas fueron expulsados de Abisinia y la antigua fe fué restablecida. Las iglesias se regocijaron en su libertad y no olvidaron jamás la lección que habían aprendido respecto al engaño, al fanatismo y al poder despótico de Roma. En medio de su reino aislado se sintieron felices de permanecer desconocidos para el resto de la cristiandad. {CI 59.2}

Estos recuerdos de lo pasado ponen claramente de manifiesto la enemistad de Roma contra el verdadero día de reposo y sus defensores, y los medios que emplea para honrar la institución creada por ella. La Palabra de Dios nos enseña que estas escenas han de repetirse cuando los católicos romanos y los protestantes se unan para exaltar eldomingo.{CI 60.1}

La profecía del capítulo 13 del Apocalipsis declara que el poder representado por la bestia de cuernos semejantes a los de un cordero haría “que la tierra y los que en ella habitan” adorasen al papado—que está simbolizado en ese capítulo por una bestia “parecida a un leopardo.” La bestia de dos cuernos dirá también “a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia;” y además mandará que “todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos,” tengan la marca de la bestia. Apocalipsis 13:11-16 (VM). Se ha demostrado que los Estados Unidos de Norteamérica son el poder representado por la bestia de dos cuernos semejantes a los de un cordero, y que esta profecía se cumplirá cuando los Estados Unidos hagan obligatoria la observancia del domingo, que Roma declara ser el signo característico de su supremacía. Pero los Estados Unidos no serán los únicos que rindan homenaje al papado. La influencia de Roma en los países que en otro tiempo reconocían su dominio, dista mucho de haber sido destruida. Y la profecía predice la restauración de su poder. “Y vi una de sus cabezas como si hubiese sido herida de muerte; y su herida mortal fué sanada; y toda la tierra maravillóse, yendo en pos de la bestia.” Vers. 3. La herida mortal que le fué ocasionada se refiere a la caída del papado en 1798. Después de eso, dice el profeta, “su herida mortal fué sanada; y toda la tierra maravillóse, yendo en pos de la bestia.” San Pablo dice claramente que el hombre de pecado subsistirá hasta el segundo advenimiento. 2 Tesalonicenses 2:8. Proseguirá su obra de engaño hasta el mismo fin del tiempo, y el revelador declara refiriéndose también al papado: 

“Todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida.”Apocalipsis 13:8. Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo se le tributará homenaje al papado por medio del honor que se conferirá a la institución del domingo, la cual descansa únicamente sobre la autoridad de la iglesia romana. {CI 60.2}

Desde mediados del siglo XIX, los que estudian la profecía en los Estados Unidos han presentado este testimonio ante el mundo. En los acontecimientos que están desarrollándose actualmente, especialmente en dicho país, se ve un rápido avance hacia el cumplimiento de dichas predicciones. Los maestros protestantes presentan los mismos asertos de autoridad divina en favor de la observancia del domingo y adolecen de la misma falta de evidencias bíblicas que los dirigentes papales cuando fabricaban milagros para suplir la falta de un mandamiento de Dios. Se repetirá el aserto de que los juicios de Dios caerán sobre los hombres en castigo por no haber observado el domingo como día de reposo. Ya se oyen voces en este sentido. Y un movimiento en favor de la observancia obligatoria del domingo está ganando cada vez más terreno. {CI 61.1}

La sagacidad y astucia de la iglesia romana asombran. Puede leer el porvenir. Se da tiempo viendo que las iglesias protestantes le están rindiendo homenaje con la aceptación del falso día de reposo y que se preparan a imponerlo con los mismos medios que ella empleó en tiempos pasados. Los que rechazan la luz de la verdad buscarán aún la ayuda de este poder que se titula infalible, a fin de exaltar una institución que debe su origen a Roma. No es difícil prever cuán apresuradamente ella acudirá en ayuda de los protestantes en este movimiento. ¿Quién mejor que los jefes papistas para saber cómo entendérselas con los que desobedecen a la iglesia?{CI 62.1}

La iglesia católica romana, con todas sus ramificaciones en el mundo entero, forma una vasta organización dirigida por la sede papal, y destinada a servir los intereses de ésta. Instruye a sus millones de adeptos en todos los países del globo, para que se consideren obligados a obedecer al papa. Sea cual fuere la nacionalidad o el gobierno de éstos, deben considerar la autoridad de la iglesia como por encima de todas las demás. Aunque juren fidelidad al estado, siempre quedará en el fondo el voto de obediencia a Roma que los absuelve de toda promesa contraria a los intereses de ella.{CI 62.2}

La historia prueba lo astuta y persistente que es en sus esfuerzos por inmiscuirse en los asuntos de las naciones, y para favorecer sus propios fines, aun a costa de la ruina de príncipes y pueblos, una vez que logró entrar. En el año 1204, el papa Inocencio III arrancó de Pedro II, rey de Aragón, este juramento extraordinario: “Yo, Pedro, rey de los aragoneses, declaro y prometo ser siempre fiel y obediente a mi señor, el papa Inocencio, a sus sucesores católicos y a la iglesia romana, y conservar mi reino en su obediencia, defendiendo la religión católica y persiguiendo la perversidad herética.”—Juan Dowling, The History of Romanism, lib. 5, cap. 6, sec. 55. Esto está en armonía con las pretensiones del pontífice romano con referencia al poder, de que “él tiene derecho de deponer emperadores” y de que “puede desligar a los súbditos de la lealtad debida a gobernantes perversos.”—Mosheim, lib. 3, siglo 11, parte 2, cap. 2, sec. 2, nota 17. {CI 62.3}

Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás. Los principios de Gregorio VII y de Inocencio III son aún los principios de la iglesia católica romana; y si sólo tuviese el poder, los pondría en vigor con tanta fuerza hoy como en siglos pasados. Poco saben los protestantes lo que están haciendo al proponerse aceptar la ayuda de Roma en la tarea de exaltar el domingo. Mientras ellos tratan de realizar su propósito, Roma tiene su mira puesta en el restablecimiento de su poder, y tiende a recuperar su supremacía perdida. Establézcase en los Estados Unidos el principio de que la iglesia puede emplear o dirigir el poder del estado; que las leyes civiles pueden hacer obligatorias las observancias religiosas; en una palabra, que la autoridad de la iglesia con la del estado debe dominar las conciencias, y el triunfo de Roma quedará asegurado en la gran República de la América del Norte.{CI 63.1}

La Palabra de Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro; descuide estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son los verdaderos propósitos de Roma, pero ya será tarde para salir de la trampa. Roma está aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las iglesias y en los corazones de los hombres. Ya está levantando sus soberbios e imponentes edificios en cuyos secretos recintos reanudará sus antiguas persecuciones. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin despertar sospechas para alcanzar sus propios fines y para dar el golpe en su debido tiempo. Todo lo que Roma desea es asegurarse alguna ventaja, y ésta ya le ha sido concedida. Pronto veremos y palparemos los propósitos del romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución.{CI 63.2}



No hay comentarios:

Publicar un comentario