Como el universo es contingente, debe haber una causa última y necesaria que explique su existencia.
Premisas del Argumento:
Todo lo que existe de manera contingente tiene una explicación de su existencia.
Algo es contingente si su existencia no es necesaria, es decir, podría haber sido diferente o simplemente no existir. Este principio se basa en la "razón suficiente", que sostiene que todo lo que existe debe tener una causa o razón que explique su existencia.
El universo (y todo dentro de él) es contingente.
El universo no es algo necesario, ya que podría haber sido diferente o no existir en absoluto. Las leyes físicas, las constantes universales y la estructura misma del cosmos dependen de factores contingentes y podrían haber sido distintas.
Si el universo tiene una explicación, esa explicación debe estar fuera de él y no ser contingente.
Si la explicación del universo fuera contingente, esa causa también necesitaría una explicación, lo que llevaría a una regresión infinita de causas. Para evitar esto, la causa última debe ser necesaria y no depender de nada más.
La única entidad no contingente es Dios.
Un ser necesario es aquel cuya existencia es autosuficiente y no podría no existir. Según la teología clásica, Dios es ese ser cuya existencia es necesaria y eterna.
Argumento:
Por lo tanto, la explicación de la existencia del universo es Dios. Este razonamiento concluye que debe haber una causa necesaria y eterna que explique por qué existe algo en lugar de nada, y esa causa es Dios.
Posibles Objeciones al Argumento Cosmológico y Respuestas
Objeción 1: "¿Por qué no puede el universo mismo ser necesario?"
Algunos argumentan que el universo podría ser necesario por sí mismo, sugiriendo que es eterno y autosuficiente, y que por tanto no necesita una causa externa.
Respuesta:
La ciencia nos muestra que el universo tuvo un comienzo en el tiempo (el Big Bang) y está sujeto a cambio, descomposición y las leyes de la física. Las características del universo parecen ser contingentes, lo que indica que no es necesario en su estructura. Si fuera necesario, no podría haber sido de otra manera. Además, el universo parece depender de leyes y factores que podrían haber sido diferentes, lo que lo califica como contingente y no necesario.
Objeción 2: "¿Por qué debe ser Dios la explicación? ¿No podría ser otra causa necesaria?"
Otra crítica sugiere que la causa necesaria no tiene que ser Dios, sino alguna otra entidad o principio necesario que explique el universo.
Respuesta:
Una causa verdaderamente necesaria debe ser eterna, inmaterial (ya que la materia es contingente), inmune al cambio y autosuficiente. Estas características coinciden con la descripción clásica de Dios. Además, si la entidad necesaria no es consciente o inteligente, ¿cómo explicamos el orden y la complejidad del cosmos? Dios, como ser omnipotente e inteligente, proporciona una explicación más coherente, ya que puede crear y ordenar el universo intencionalmente.
Objeción 3: "Este argumento no prueba un Dios personal, solo una causa necesaria."
Algunos críticos sostienen que este argumento podría, en el mejor de los casos, demostrar la existencia de una causa necesaria, pero no necesariamente de un Dios personal.
Respuesta:
Aunque este argumento se centra en demostrar una causa necesaria, podemos inferir características adicionales de esa causa. Un ser necesario que creó el universo debe tener poder de creación (omnipotencia), conocimiento del orden físico (omnisciencia) y trascender el espacio y el tiempo. Estos atributos están alineados con el concepto de un Dios personal en la tradición judeo-cristiana.
El Dios Judeo-Cristiano como la Mejor Explicación para la Entidad No Contingente
Aceptando que debe haber una entidad necesaria, surge la pregunta: ¿cuál es la mejor opción para este ser? El Dios judeo-cristiano se presenta como la opción más coherente y filosóficamente sólida, por varias razones:
- Naturaleza de Dios: Ser Necesario y Autosuficiente: En Éxodo 3:14, Dios se presenta a Moisés diciendo: "Yo soy el que soy", indicando su independencia y eternidad. A diferencia de otros dioses en las mitologías antiguas, que nacen y son destruidos, el Dios de la Biblia es eterno y autosuficiente.
- Unidad y Simplicidad de Dios: El Dios judeo-cristiano es un ser unitario y simple, lo que evita los problemas del politeísmo, donde múltiples dioses están en conflicto o son limitados. Un ser necesario no puede estar compuesto por partes, ya que eso implicaría dependencia. Sin embargo, la Deidad cristiana, aunque es una sola, se compone de tres personas distintas —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo— que trabajan en perfecta unidad y acuerdo. Este concepto de la Trinidad no contradice la simplicidad divina, ya que las tres personas de la Deidad no son partes separadas de Dios, sino que forman una única esencia indivisible. La multiplicidad en la unidad refleja un misterio profundo: la existencia de un solo ser necesario que subsiste eternamente en tres personas co-iguales y co-eternas, mostrando la plenitud de la comunión y cooperación divina sin comprometer la unidad esencial de Dios.
- Dios como Creador Trascendente: A diferencia de los dioses mitológicos que forman parte del universo, el Dios de la Biblia es trascendente y crea el universo "ex nihilo" (de la nada). Esto lo coloca fuera del universo y sus limitaciones.
- Fuente de Moralidad Objetiva: El Dios judeo-cristiano es la fuente de la moralidad objetiva, descrito como justo, santo e inmutable. En contraste, los dioses de las mitologías a menudo actúan de manera caprichosa y moralmente ambigua.
- Coherencia Filosófica y Teológica: El Dios judeo-cristiano es coherente con los atributos que la lógica sugiere que debe tener un ser necesario: omnipotencia, omnisciencia, eternidad e inmutabilidad. Esto lo distingue de otras deidades que no reúnen estas características de manera coherente.
Conclusión
El argumento cosmológico basado en la contingencia establece que debe haber una causa necesaria que explique la existencia del universo. Al comparar posibles explicaciones, el Dios judeo-cristiano emerge como la opción más filosóficamente robusta. Su naturaleza como un ser necesario, autosuficiente, trascendente y moralmente perfecto lo distingue como la mejor explicación para el origen del universo y la moralidad objetiva que rige la existencia humana.
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