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viernes, 18 de septiembre de 2015

Cientifico habria comprobado extraña alineacion planetaria sobre la fecha de la muerte de Jesucristo.


Un historiador ha observado que el 3 de abril del año 33 —fecha en que, según muchos investigadores, tuvo lugar la crucifixión de Cristo— los planetas Saturno, Urano, Júpiter, la Tierra y Venus se alinearon formando una figura similar a un hombre crucificado.

"No son pocos los estudios que indican con precisión la fecha [de la muerte de Jesús]: la Biblia, los calendarios, las condiciones astronómicas, incluso la geología", señaló en un comunicado el historiador de la Universidad de Wisconsin-Madison Miguel Antonio Fiol.

Enlace permanente de imagen incrustadaUna ilustración publicada muestra la posición de los planetas en esa fecha aproximada de hace 2.000 años, en que se observa que los anillos de Saturno en la parte superior de la composición planetaria tienen el aspecto de un halo o de una corona de espinas colocada sobre la cabeza de Jesús. Urano y Júpiter parecen representar las manos, mientras que la Tierra y Venus forman los pies.

"Incluso a primera vista, yo sabía que se parecía a la crucifixión", agregó Fiol. "Pero me tomé tiempo para descubrir todos los paralelismos posibles".

El investigador dice que la alineación planetaria se inició a mediados de marzo y se prolongó hasta mediados de abril del año 33. La misma alineación se produce una vez cada 333 años, por lo que fue observada seis veces entre el año 0 y el 2000.

La fecha histórica de la muerte de Jesús ha sido objeto de debate en los círculos cristianos, aunque algunos investigadores han señalado el viernes 3 de abril del año 33 como día más probable.

fuente: RT en Español

fuente: History Channel

"Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón." Genesis 3:15

"En silencio, los espectadores miraron el fin de la terrible escena. El sol resplandecía; pero la cruz estaba todavía rodeada de tinieblas. Los sacerdotes y príncipes miraban hacia Jerusalén; y he aquí, la nube densa se había asentado sobre la ciudad y las llanuras de Judea. El sol de justicia, la luz del mundo, retiraba sus rayos de Jerusalén, la que una vez fuera la ciudad favorecida. Los fieros rayos de la ira de Dios iban dirigidos contra la ciudad condenada. De repente, la lobreguez se apartó de la cruz, y en tonos claros, como de trompeta, que parecían repercutir por toda la creación, Jesús exclamó: "Consumado es." "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". 

Una luz circuyó la cruz y el rostro del Salvador brilló con una gloria como la del sol. Inclinó entonces la cabeza sobre el pecho y murió Entre las terribles tinieblas, aparentemente abandonado de Dios, Cristo había apurado las últimas heces de la copa de la desgracia humana. En esas terribles horas había confiado en la evidencia que antes recibiera de que era aceptado de su Padre. Conocía el carácter de su Padre; comprendía su justicia, su misericordia y su gran amor. Por la fe, confió en Aquel a quien había sido siempre su placer obedecer. 

Y mientras, sumiso, se confiaba a Dios, desapareció la sensación de haber perdido el favor de su Padre. Por la fe, Cristo venció. Nunca antes había presenciado la tierra una escena tal. La multitud permanecía paralizada, y con aliento en suspenso miraba al Salvador. Otra vez descendieron tinieblas sobre la tierra y se oyó un ronco rumor, como de un fuerte trueno. Se produjo un violento terremoto que hizo caer a la gente en racimos. Siguió la más frenética confusión y consternación. En las montañas circundantes se partieron rocas que bajaron con fragor a las llanuras

Pero la tierra tembló y se agitó; porque el Señor mismo se acercaba. Con ruido desgarrador, el velo interior del templo fue rasgado de arriba abajo por una mano invisible, que dejó expuesto a la mirada de la multitud un lugar que fuera una vez llenado por la presencia de Dios. En este lugar, había morado la shekinah . Allí Dios había manifestado su gloria sobre el propiciatorio. Nadie sino el sumo sacerdote había alzado jamás el velo que separaba este departamento del resto del templo. Allí entra una vez al año para hacer expiación por los pecados del pueblo. Pero he aquí, este velo se había desgarrado en dos.

Ya no era más sagrado el lugar santísimo del santuario terrenal. Todo era terror y confusión. El sacerdote estaba por matar la víctima; pero el cuchillo cayó de su mano enervada y el cordero escapó. El símbolo había encontrado en la muerte del Hijo de Dios la realidad que prefiguraba. El gran sacrificio había sido hecho.

 Estaba abierto el camino que llevaba al santísimo. Había sido preparado para todos un camino nuevo y viviente. Ya no necesitaría la humanidad pecaminosa y entristecida esperar la salida del sumo sacerdote. Desde entonces, el Salvador iba a oficiar como sacerdote y abogado en el cielo de los cielos.

 Era como si una voz viva hubiese dicho a los adoradores: Ahora terminan todos los sacrificios y ofrendas por el pecado. El Hijo de Dios ha venido conforme a su Palabra: "Heme aquí (en la cabecera del libro está escrito de mí) para que haga, oh Dios, tu voluntad." "Por su propia sangre [él entra] una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención." Deseado de todas las gentes pag: 704-706

1 comentario:

  1. Todo válido, pero Jesús murió en el año 31... el que lea entienda....

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