El Milenio: el cambio será mayor de lo que imaginamos. Por David Macdonald
“Miré a la tierra, y vi que estaba desordenada y vacía… Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y vi que el campo fértil era un desierto”(Jer. 4:23-26).
Con las noticias que tenemos del cambio climático, parecería que las palabras del profeta de antaño podrían cumplirse antes de lo pensado. Los científicos nos dicen que la tierra se encamina hacia un estado como el descrito por Jeremías.
Jeremías está señalando deliberadamente una conexión con Génesis 1:2, en un intento por impresionar a Israel para que se prepare para la inminente invasión de Nabucodonosor. Usa una hipérbole para describir la terrible destrucción que traería el rey de Babilonia. Dice que la tierra será como antes de la creación:“desordenada y vacía”. Cuando Juan escribió el Apocalipsis, también trazó una conexión con Génesis 1:2 al utilizar la palabra griega abussos (Apoc. 20:1), equivalente a la palabra hebrea tehom, generalmente traducida como “abismo” (Gen. 1:2), “profundidad”, “lugar inaccesible”, etc. (Apoc. 20:1).
Hoy vemos el texto de Jeremías no solo como referencia al pasado sino, lo que es más importante, como referencia profética al futuro milenio.
Pero esto parece haberse perdido a lo largo de los años. ¿Podemos ver el plan divino? Antes de la creación del primer cielo y la primera tierra, se afirma que la tierra estaba desordenada y vacía, en un estado de tehom. Al fin de los tiempos, la tierra regresa a esa misma condición. Dios se prepara entonces para crear un nuevo cielo y una nueva tierra. El pecado estropeó nuestra historia. Dios está volviendo a cero para dar inicio a una nueva obra. Dios comenzará nuevamente. Su intención para el planeta tierra se cumplirá. El Paraíso no está perdido. No ha sido frustrado por el pecado o Satanás. “Él es la roca, cuya obra es perfecta” (Deut. 32:4).
La tierra está desordenada y vacía y en un estado de tehom durante mil años debido a lo que sucede al comienzo de ese período. Pedro nos dice que “los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Ped. 3:10). Si consideramos el lenguaje utilizado por Pedro, el Planeta Tierra parece dirigirse a la fusión termonuclear de millones de grados centígrados.1
Es de vital importancia que captemos esta verdad sobre la condición de la tierra durante el milenio. Si no lo hacemos, podemos adoptar modelos no bíblicos del milenio. Los adventistas creemos que todos los salvados estarán en el cielo con Jesús durante ese período. Jesús dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay” (Juan 14:2). Y siguió diciendo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (versículo 2).
Jesús está preparándonos un lugar en el cielo. Durante el milenio, solo el diablo y todos sus demonios habitarán este lugar sombrío que conocemos como el Planeta Tierra. Y solo al fin de los mil años, “la santa ciudad, la nueva Jerusalén”, descenderá “del cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para su esposo” (Apoc. 21:2).
Otro factor, acaso más importante, que lleva a adoptar modelos equivocados del milenio es la idea de un reino y gobierno político de los judíos y/o de la iglesia cristiana sobre las naciones. Un estudioso afirma que este error es común en todos los demás modelos. Es serio, porque hace que la Segunda Venida de Cristo pierda todo su significado. ¡Qué decepcionante sería si después de la Segunda Venida la vida continuara de la misma manera, más allá del justo gobierno bajo la conducción de Cristo! Si 1844 produjo un chasco, ¡este sería el chasco más grande de la historia!
Por eso debemos descartar la idea de un reino político del Mesías. Ese fue el error de los discípulos. Judas traicionó a Jesús y Pedro lo negó (en efecto, ninguno de los discípulos estaba preparado para la cruz) debido a sus perspectivas equivocadas del Mesías “político”.
Esta visión también se relaciona con el peligro de confundir “las multitudes, desde los más pequeños hasta los mayores”2, para que sean engañadas por la personificación de Cristo que hará Satanás en la Segunda Venida, lo que Elena de White denomina “el engaño más poderoso, casi irresistible”.3 Jesús dijo: “Mi Reino no es de este mundo; si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí” (Juan 18:36). ¿Cuándo vamos a comprender el verdadero significado de sus palabras? Si el reino del Mesías fuera político, la fusión termonuclear se habría producido en la cruz y no al fin de los tiempos.
Un tercer punto: el milenio es el capítulo final de la historia del pacto divino, del compromiso que hizo para salvar a “todo aquel” que lo desee. Lo que Dios les prometió a Adán y Eva fuera de las puertas del paraíso y a todas las generaciones subsiguientes se está haciendo realidad. Una “gran voz” proveniente del trono lo pronuncia con el lenguaje típico del pacto: “El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apoc. 21:3).
Dios está poniendo fin a la historia de la salvación. Vemos aquí la disposición final de todas las cosas; el destino final de todos los que aceptan la salvación divina; el destino final de todos los que rechazan la salvación; el proceso de juicio que revela estos destinos y vindica el nombre de Dios; el destino final de Satanás y las agencias que ha utilizado en la tierra para cumplir sus terribles acciones; y, específicamente, la muerte es enfrentada y destruida. Finalmente se presentan el cielo nuevo y la tierra nueva en todo su esplendor. Y sí, es Jesús el que hace que estas promesas se hagan realidad. “Porque todas las promesas de Dios son en él ‘sí’, y en él “Amén’” (2 Cor. 1:20).
Un cambio verdadero
Se aproxima el cambio climático. Pero será mucho más radical de lo predicho. La Segunda Venida de Cristo no será un cambio cosmético del Planeta Tierra. La Tierra como la conocemos llegará a su fin. El tiempo se detendrá. Si la cruz divide la historia, la Segunda Venida le pone fin. Si la cruz es central para la historia de la salvación, la Segunda Venida es el capítulo final de esa historia. Nadie debería engañarnos para que pensemos de otro modo.
Los mil años forman un vínculo que mantiene unidas muchas ideas aparentemente sin conexión; pero el evento decisivo de todos los sucesos escatológicos está dado por la Segunda Venida. Nuestra mente se llena de hermosa armonía al ver la forma en que Dios pondrá fin a la historia de la salvación.
Tomado de: http://ojoadventista-profecias.blogspot.com.ar/2011/11/el-milenio-el-cambio-sera-mayor-de-lo.html
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