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martes, 2 de abril de 2013

Se acerca el fuerte pregón

Pastores no Adventistas proclaman los diez mandamientos de Dios y su día Santo el Sábado




Comentario: A medida que nos apremien las pruebas, se efectuará en nuestras filas una obra de separación y también de unión. Algunos que en la actualidad están dispuestos a tomar armas de guerra, en tiempos de verdadero peligro pondrán de manifiesto que no han edificado sobre un fundamento sólido: Cederán a la tentación. Los que han tenido gran luz y disfrutado de inestimables privilegios pero no los han perfeccionado, se apartarán de nosotros justificándose con diversos pretextos. Al no haber recibido el amor de la verdad, aceptarán los errores del enemigo. Prestarán atención a espíritus seductores y doctrinas de demonios y se apartarán de la fe. Pero, por otra parte, cuando la tempestad de la persecución se desate realmente sobre nosotros, las verdaderas ovejas escucharán la voz del verdadero Pastor. Se realizarán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos de los que se han extraviado del redil retornarán para seguir al gran Pastor. El pueblo de Dios se unirá y presentará un frente compacto al enemigo. En vista del peligro común cesará la lucha por la supremacía. No habrá contiendas para determinar quien es el más importante. Ninguno de los verdaderos creyentes dirá: "Yo soy de Pablo, y yo de Apolos, y yo de Cefas". El testimonio de todos y de cada uno será: "Yo sigo a Cristo; me gozo en él como en mi Salvador personal". (Nota: T6, 400, 401.*)

Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones que se han introducido en las iglesias desde 1844. La obra de ese ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna tarea del mensaje del tercer ángel, cuando éste se intensifica hasta convertirse en un fuerte pregón. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la prueba que muy pronto ha de sobrevenir. Vi que sobre ellos reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el mensaje del tercer ángel. 420 

Otros ángeles fueron enviados para ayudar al poderoso ángel del cielo, y oí voces que parecía resonaban por doquier y que decían: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, y ni recibáis parte en sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apoc. 18: 4, 5). Este mensaje parecía un complemento del tercer mensaje, que se le unía así como el clamor de medianoche se unió en 1844 al mensaje del segundo ángel. La gloria de Dios reposaba sobre los santos pacientes y expectantes, que valerosamente daban la postrera y solemne amonestación, para proclamar la caída de Babilonia y exhortar al pueblo de Dios a que saliera de ella a fin de huir de su terrible condenación. 

La luz derramada sobre los fieles penetraba por doquier, y los que estaban en las iglesias, si tenían alguna luz todavía , y no habían oído ni rechazado los tres mensajes, obedecieron la exhortación y abandonaron las iglesias caídas. Muchos conservaron por años en reserva su responsabilidad frente a estos mensajes, desde que se proclamaron, hasta que la luz brilló sobre ellos dándoles el privilegio de escoger entre la vida y la muerte. Algunos escogieron la vida y se unieron con los que esperaban a su Señor y guardaban todos sus mandamientos. El tercer mensaje tenía que efectuar su obra. Todos iban a ser probados por él, y las almas preciosas iban a recibir la invitación a salir de las congregaciones religiosas. 

Una fuerza impelente movía a los sinceros, mientras la manifestación del poder de Dios infundía temor y respeto a los incrédulos parientes y amigos para que no se atrevieran a estorbar a quienes sentían en sí mismos la obra del Espíritu de Dios, ni pudieran hacerlo. El postrer llamamiento llegó hasta 421 los infelices esclavos, y los más piadosos de ellos prorrumpieron en cánticos de inefable gozo ante la perspectiva de su feliz liberación. Sus amos no los pudieron dominar, porque el asombro y el temor los mantenían en silencio. Se realizaron grandes milagros. Sanaban los enfermos, y señales y prodigios acompañaban a los creyentes. Dios colaboraba con la obra, y todos los santos, sin temor de las consecuencias, obedecieron la convicción de su conciencia, y se unieron con los que guardaban todos los mandamientos de Dios, y proclamaron con poder y por doquiera el tercer mensaje. Vi que este mensaje terminaría con una fuerza y un vigor muy superiores al clamor de medianoche. (Nota: Juan nos dice claramente en Apocalipsis 6: 15 y 16 que habrá esclavos en ocasión de la segunda venida de Cristo. En efecto, su vívida descripción se refiere a "todo siervo y todo libre" que imploran "a los montes y a las peñas" que caigan sobre ellos y los oculten "del rostro de aquel que está sentado sobre el trono".- Los compiladores. * ) 

Los siervos de Dios, dotados del poder del cielo, con sus semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, salieron a proclamar el mensaje celestial. Muchas almas diseminadas entre todas las congregaciones religiosas aceptaron la invitación, y las almas preciosas salieron apresuradamente de las iglesias condenadas, como Lot cuando salió presuroso de Sodoma antes que fuera destruida. El pueblo de Dios se fortaleció con la gloria excelsa que reposaba sobre él en gran abundancia, ayudándolo a soportar la hora de la tentación. Oí por todas partes multitud de voces que exclamaban: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14: 12)


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